martes, 20 de julio de 2010

Llevé mi muerte a bailar.


Hoy recordé el primer contacto que tuve con la muerte ¿cuantas veces la muerte ha recordado su primera idea de mí, de ti, de nosotros? Un respiro sintetiza dicha dialéctica. No hacen falta coloquios, ni largas disertaciones. Mi primo murió ahogado luego de que su avioneta cayó en un lago.  Tenía mi edad, ocho años. Luego vino mi abuela, de apellido portugués; una anciana que me daba rompope y chicles de Talpa. Ahí estaba mi padre llorando, y yo a su lado, enfrentado por vez primera a su dolor: el primer llanto que realmente me dolía. La vida se encargó de darle a la muerte distintos rostros y distintas dimensiones hasta que llegó un punto que se convirtió en lo que es: noticia, algo que ya no dice nada.
Incluso, algo a lo que me mi cuerpo ya se anticipa.

3 comentarios:

La Otra Maja dijo...

Auch!

Está triste esto.

apenascuentos dijo...

Es verdad, la muerte no dice nada. Y sin embargo ahí está esa herida tuya en el papel, tan locuaz, por la que te desangras. Pero también es la brecha por la que respiras. Y mientras queden cosas que decir será porque aún vale la pena seguir suspirando. Y también respirando.
Un abrazo.

Liliane dijo...

Creo que fue este el primer texto tuyo que he leído. No creo en casualidades. Personalmente yo y mi familia luchamos contra una enfermedad en una persona muy querida y prójima. Difícil, pero inevitable es pensar que a cada que se va no es sólo un día a más en nuestras vidas sino un día a menos para hacerle sonreír.

Gracias.