miércoles, 30 de septiembre de 2009

El tunel del tiempo...

El tiempo es un espía que viene a curvar el sol y desdoblar la luna, en una sucesión aciaga de luz y sombra que termina por volver la vida una interrupción dócilmente aceptada. Se asoma a través de las rendijas pequeñas de un segundero imaginario, pero implacable y letal.

Es un pegamento que atrapa todo en una adherencia intoxicante y contradictoria que dicta el destiempo, el contratiempo, la prisa y la lentitud, la sincronía, la diacronía o la anacronía sin una pizca de arrepentimiento; en pocas palabras: la imposibilidad de coincidir más allá de la apariencia, de la aparición y sus simulacros de estar.

Es un diablo mimetizado que no descansará hasta quemar la última de las partículas del mundo. Por desesperación dejamos que nos envuelva y tome el control de las cosas. Es ahí cuando deja el (οντος) ontos (ser-estar) y se transforma en (φαινόμενoν) fenómeno (apariencia). Nos lleva de la existencia a la medida, de la sensación al cronómetro y de ahí a la ausencia.

El tiempo es casi cualquier cosa menos una unidad: es el desastre, el caos, la tensión y la ruptura. Producto de su relación forzada, tiempo y conciencia engendran angustia y desesperación.

En cierto sentido, en eso consiste su poesía y su belleza, en transformar a los seres humanos en seres vivos.

martes, 29 de septiembre de 2009

testimonio...

De golpe me hice viejo: un harapo colgando penosamente del perchero de la vida. Bastó una dentellada de tiempo para que la jauría divina devorara la eternidad que babeaba en mi boca. Desde siempre tuve los días contados en la calculadora íntima de la fe. Ni un paso adelante, ni uno atrás; siempre sobre la raya de una cicatriz que corría sin guía hacia la aurora. Sostenido por la terca persistencia de la biología, acumulé segundos fuera de las manecillas: tiempo gastado en la corrupción corporal, en la disminución de las funciones motoras, en el desgaste de las articulaciones, en el colonización blanquecina del pelo y la fascinación de la grasa por persistir en mi vientre. Pude llamarme hombre. Pude contener hasta la náusea un nombre. Pude guarecerme en la insana vanidad del saber. Pude fragmentarme en cada trozo de necesidad que el mundo dispuso como manjar compasivo cuando en realidad tornaba mi alma un residuo más de la era. Pude diseminar mi canto fúnebre bajo la certeza, no sólo de su inutilidad primaria, sino también de la ingenuidad del decir. Pude no ser. Pude desistir. Pero siempre pude más la comezón urticante de existir.

lunes, 28 de septiembre de 2009

técnica de salvación...

La noche se tiene, se detiene. La asfixia emancipa el grito. El frío no termina de helar este rincón de cenizas mezcladas con la tiza gris del insecticida. Todo enmudeció. El sol y su dragón de arcilla. La zarza que crujía en el desierto interior. El bullicio es un asunto superficial, bajo el agua el silencio se quema como un alarido celestial. Ovillado en mi imperfección deshilo mi piel entre susurros digitales: signos acaecidos. Estoy en el punto más bajo, la gravedad reclama mi cuerpo en una fosa abisal. En el abandono, la ausencia funge como una precaria imitación de soledad. La verdad está en otra parte: en la uñas que atrapan el glaciar.
Nada me salva, en mis ojos acampó el ocaso.

domingo, 27 de septiembre de 2009

ese maldito yo

A veces, ya no duele ser nada. Y eso es todo lo que se tiene, todo lo que se siente.

sábado, 26 de septiembre de 2009

David LaChapelle: artificio...

Si sólo tratara de erigirse como un espejo más del mundo, habría pasado por alto la pretensión moralizante de la obra de David LaChapelle. Quien no espera nada del mundo puede aprovechar mejor su condición, pero quien habitándolo lo objetualiza reproduce su miseria. El artista en cuestión, espera muchos dólares, muchos aplausos no una parcela mejor del mundo.

La finalidad del discurso ético empuñado por LaChapelle, que supone una crítica social, se pierde en la realización estética. La imagen habla por sí misma y habla en muchos tonos. La vulgaridad –entendida como secularización comercial, como gratuidad exuberante y como simulación– es el tono dominante en la obra de LaChapelle.

Un juego artificioso donde la intención de suprimir fronteras, cohesionar simbolismos y utilizar distintos recursos –la reinterpretación de Miguel Angel; la hipótesis de un Cristo cotidiano; el desnudo como dogma nauseabundo y el empleo de marcas que representan el galopante consumo global– frustra el intento de materializar visualmente una crítica a la sociedad contemporánea.

David LaChapelle es uno más entre tantos que confunden reflexión con mercadotecnia. No logra pasar de la intención a la concreción porque las herramientas simbólicas que emplea favorecen el escándalo barato. Esa ingenuidad es imperdonable.

El fotógrafo es una especie de Naomi Klain de la imagen que transita por las redes globales con la misma eficacia que un infomercial nocturno. Sus imágenes decorarían a la perfección el baño de un bar alternativo, pero difícilmente harían de Beverly Hills un lugar humanamente mejor. Un poco como le pasa al fotógrafo austriaco Spencer Tunik, que vende barato la experiencia del cuerpo, de su reconocimiento en sí, de la desnudez como acto natural, como la utopía liberadora de prejuicios y tabúes, y que no es otra cosa que un retrato de su propia enfermedad como un ser humano que anda por la vida vestido de arriba a abajo.

Si bien el trabajo de LaChapelle es técnicamente inobjetable, no despierta más interés que la revista National Geografic, la revista de Lo Insólito, o Alarma en sus tiempos de gloria, en su propósito de desnudar la pobreza, el dolor, el abandono y la miseria del ser humano. Claro está, sin el arquetipo mítico del rock star.

LaChapelle sincroniza a la perfección con el tiempo del arte. Un tiempo que se ha desdibujado en la sincretización de estilos, a su vez justificada como exploración enriquecedora, pero que francamente representa el agotamiento general del arte en su irrefrenable conversión en entretenimiento; en su transformación en cadena de pertenencia social y muy lejos de una visión que fracture paradigmas e innove. Contrario a ello, parece rendir un homenaje a través de la belleza corporal a la decadencia que denuncia. Estamos frente a un falso choque semántico que pareciera superponer la belleza a la decadencia, cuando la decadencia tiene su propia estética.

La fotografía, mientras más accidentada, espontánea y súbita sea, cumplirá mejor su misión de ser un vehículo fractal, un tajo de vida arrancado de imprevisto, una raja de realidad extraída sin otro plan de acción que encapsular discreta pero fulminantemente un instante que jamás volverá. El montaje, la recreación, la reproducción de determinada realidad o incluso de ideas, nunca podrá liberarse del atavío del artificio y la simulación. Si existe una disciplina artística que exige irracionalidad e instinto es la fotografía.

Dentro de su obra, la belleza es un distractor y no un elemento que acentúa el drama. La belleza rompe la tensión simbólica, secuestra su trascendencia y crea una composición vulgar. De ahí que dicho cliché no sirva para salvar su discurso moral –celebrado hasta la náusea por curadores y fans.

El elemento del vacío, que tanto intenta criticar, es antropófago, actúa por metástasis; no requiere revestimiento alguno para conducir a su huésped a la supresión paulatina. Parece más un intento fallido del autor por desmarcarse de su modus vivendi. Tristemente logra alimentarse de las miradas inexpertas de muchos espíritus despistados que buscan empatía al amparo de infiernos artificiales.

David LaChapelle ofrece eso, la posibilidad de empaparse de algo tan superfluo e inútil como una erección en la cima del Everest.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Redefinición del concepto "Libertad"

Tejer la libertad para librarnos del tabú. Inventar esa y otras alas. En fuga, en Bach, en el caldo de amor que llueve del firmamento. En las marcas que entreveran un paisaje interior. En el inventario de giros llamado tiempo-espacio y que sombríamente nombramos historia. En el desconocimiento absoluto del absoluto, que nos deja sembrados en una paz pedestre pero genuina. Tejer una libertad al margen de la que ha sido proclamada con y por el ruido del fusil, en el eufemismo malsano de una existencia colectiva que nadie vive, ni siente; en el hipnotismo político de una clase dominante que guarda para sí los granos más sabrosos de la podredumbre. Sostener esa libertad con las manos, tomarla, besarla. Darle su verdadero tiempo-espacio a tu lado.
Hoy defino mi libertad como tu capacidad de entregarme tu amor hasta la muerte.

jueves, 24 de septiembre de 2009

apuntes sobre el desierto

El desierto es la ciencia de lo ausente.
Espacio sin mundo.
Paraíso inverso.
Cielo lateral.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

martes, 22 de septiembre de 2009

lunes, 21 de septiembre de 2009

certezas...

Yo sé lo que hay antes y después de encender un fósforo: la película indiscreta del mundo. ¿También el cadáver tibio será vomitado? Hace tiempo dejé de ser un aprendiz: la verdad es que nunca aprenderé a ignorar la transparencia (por más que haga, ahí está, como una nada guiando el agua hacia el final). Los ojos no se acostumbran a ser nubes, las nubes no se acostumbran a ser algo que pasa, desaparece y reaparece como una mancha en el basto cielo. Allá lejos, en la bóveda celestial, el infinito resuelve toda insignificancia. Descartemos la medida como proporción de la verdad. Veamos lo que indica el alba: la proyección de la sombra bajo los pies.
A la distancia, cesa la pregunta (¿qué somos?) y aplaude la re-signación.
Potencia y acto.

sábado, 19 de septiembre de 2009

who...

¿Quién sabe de si, más allá de lo que el mundo le ofrece como reflejo? ¿Quién desconoce tanto del mundo como para perder-se en un silencio vertical, en una soledad horizontal? ¿Quién puede afirmar-se en sus coordenadas sin sentir lo infinitesimal, sin perder-se en la gran marea de la nada? ¿Quién pelea, quién gime, quién se rinde? ¿Quién es lo suficientemente incauto como para vivir? ¿Quién es lo suficientemente valiente para existir? ¿Quién es suficientemente osado como para perdonar y perdonarse? ¿Quién pudo escribir su nombre en el olvido sin sollozar? ¿Quién permaneció, por qué, para qué? ¿Quién dejó que el tren de la inercia lo llevara hacia el no where? ¿Quién salió de ahí?

viernes, 18 de septiembre de 2009

instantánea...

tijeras. un periódico sin tiempo. el te negro con leche. la cajetilla abierta y el primer sacrificado. unas barritas de granola. mi net key. un palillo de dientes. cables. un encendedor. un vaso azul, de plástico. en el flanco izquierdo la desilusión, en el derecho un muro y al fondo un ventanal. en frente un ropero mal cerrado -pude haber dicho medio abierto, lo cual además de ser optismista, me tornaría políticamente correcto. tiliches alrededor. afuera ruido -hay un pájaro ruidoso que todos los días emite su quejido. y el viento moviendo una palma y las nubes acudiendo a la cita con el firmamento. y "Veracruz", de Agustín Lara, allá abajo: un vapor per ser.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Ecce homo


Sin realidad visible. El puro hueso de la imagen roído por las ratas. Con los rituales colgando como pellejos. Las ideas rancias, los odios a gatas. Con la peluca del sol y sus caireles rubios. Con la mancha lunar atizando el universo. Con las banquetas como rieles del desencuentro. Con las calles tendidas como lenguas y las ganas de estrellarse en el parabrisas. Con las mesas vacías y los elevadores llenos. Con los balcones haciéndelo muecas a los pájaros. Con la estúpida sencillez de una cortina caída como fleco infantil. Con las puertas cerradas y los miedos abiertos. Con los tapetes extendidos en la bienvenida de nadie. Con la pus del silencio salpicando las conversaciones. Con la flema de la lluvia colmando las cloacas. Con las lágrimas que no llegan. Con las sonrisas llenas de caries. Con el aliento y sus fantasmas de nicotina. Con migajas de caridad.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

independencia nacional

Independizarse de los hábitos. Del geoespejismo. Independizarse del buenos días y de la inclinación-postración. Del nombre y lo que hace el nombre. Del verbo horneado en microondas. Del peluche al que llamas prójimo. Del polvo en que te habrás de convertir. De la carne y su jugo. Independizarse del trapo colgado en el traspatio. De la cerca que brincas para encontrar otra igual. Independizarse de la lengua, de la historia de los doblones que te doblan hasta pulverizarte. Del “fui” para que simplemente seas. Del “haré” dado que lo único que pasa es la nada renovada. Independizarse del asombro y de asombrar, tus huesos se curvean y dejan ver la importancia de tu historia en la incapacidad de correr como niño. De los músculos, las prótesis y el maquillaje. Del arte y sus trabucos, todo es espectáculo. Del placer y su realidad entretenida. Del dolor y su cosmovisión inapelable. De la risa y su culo sin raya. Del coraje molecular. De la soberbia atómica. De la felicidad ornamental. De la jaculatoria soberbia del “yo”. De la jugosa miseria del heroísmo. De la palidez de la verdad cuando se asolea en un sol de laboratorio. De los brujos que erizan la palabra. De los libros que cortan. De los silencios y también de los gritos. De la palabra y del signo.

Independizar la conciencia.

martes, 15 de septiembre de 2009

in-dependientes...

Escucho el himno nacional. Mejor dicho lo tocan allá afuera, en una escuela que está a unas decenas de metros. Es un himno bélico escrito con miedo y para provocar respeto en un contexto histórico que ameritaba poner por encima de todo, un protocolo de barbarie, so pena de sucumbir ante otro país. Comienzo a releer Ecce Homo y es como deshojar una margarita. Las hojas que caen encajan perfectamente en el piso. La nacionalidad, el nacionalismo, la patria son esas hojas. El himno dejó de escucharse. Ahora bebo un café soluble que no me produce el necesario bienestar que requiero. Así son los días patrios, iguales a los otros pero con la testosterona patriótica a todo lo que da. Días espejo, días para situar tu nivel de decadencia, para interponer indiferencia al júbilo vulgar de la masa.
¿Independientes? Qué carajos es eso.
Viva la dependencia, la codependencia, la incapacidad de dar un paso sin que la mano del otro te ayude a transitar de un punto a otro. Y muera, sí, la senil visión de cada país como isla y cada isla con su mar.
Al final de cuentas somos humanos, demasiado humanos.

lunes, 14 de septiembre de 2009

antropoideotas....

  1. · Debemos clamar por el derecho a ser idiotas como una medida para obtener un consuelo mundial y una igualdad de facto.
  2. · Habitualmente la estupidez es algo a priori, y cuando no, también.
  3. · Podemos acercarnos con más facilidad a la definición del hombre si comenzamos por descartar aquellas cosas que de buena fe, le fueron impuestas por los escolásticos, pero que de muy mala gana hemos aprovechado.
  4. · Cuando encuentras el hilo que zurce la parte “externa” de la existencia, no puedes menos que quedarte perplejo, azorado, atónito. Después de eso haces lo mejor que puedes por tolerarlo.
  5. · La identidad es un sistema complejo donde el individuo abandona su arcilla original y pasa a ser un vistoso fantasma dispuesto a invertir según sus capacidades, la cantidad de recursos que le den cabida en el agujero que elija para esfumarse de la realidad.
  6. · Mis ejercicios de observación social me conducen entre otras cosas a la ternura y la pena ajena. Uno debe valorar su imperfección a toda costa. Incluso dar la vida por ella.
  7. · Mi incapacidad para diferenciar a un filósofo de un payaso sucede en el momento justo en uno y otro consiguen demostrarnos la banalidad de todo.
  8. · Uno siempre debe estar en el punto exacto para permitir que la gravedad haga su chamba. Esa es la enseñanza de Newton.
  9. · La vida es la eterna prueba piloto, el capítulo cero de una serie con actores mal pagados, guiones contradictorios y que inevitablemente se cancelará por falta de presupuesto.
  10. · Sus planes de largo plazo consistían en la hora por venir. Sus pensamientos de mayor altura no rebasaban sus zapatos. Indudablemente estaba frente a un optimista en el espejo.
  11. · Ser uno mismo ¿cómo no serlo? Carajo, esa es la cuestión.

sábado, 12 de septiembre de 2009

sobre las ventanas

Descorre esa cortina, deja que salgan por ella los pájaros asustados, los otoños comprimidos en la hielera, los soles dinamitados al pulsar el interruptor.

Intenta sentir el firmamento que se asoma. No es el mismo de ayer, ni será el mismo mañana. Pese a todo, seguirá siendo el telón de fondo donde nadie nos observa.

Ábrela de par en par, a las ventanas les gusta esa sensación de piernas abiertas donde el aire las penetra una y otra vez. Permite que escapen por ahí nuestros demonios. La belleza de la vida consiste en que cada respiro es un parto y un comienzo y también un final y un olvido.

El amor no sale por la ventana, ni se asoma por ella, es la ventana misma desde la cual miramos ¿qué tan lejos o cerca nos hallamos de su horizonte?

viernes, 11 de septiembre de 2009

conjugaciones

Borrar-se. Des-aparecer.

En cada vestigio, en cada ranura, en cada raya trazada. Como el aliento, que luego retorna a lo invisible. Como el polvo, tras la pisada. Como la luz que carece de sentido y sólo va mellando su opuesto.

El mundo me ha dopado, soy otro, en el otro; y la ausencia redime su significado en lentas sinfonías. Me borro, como la tiza que presume un signo donde reina la nada. El vapor sustituye todo pronombre, la bruma se pronuncia incólume cuando reina la necesidad de ver. Pero ¿quién tiene ojos para vislumbrar el punto ciego que nace cada día? Aquello que el agua bautizó como pureza no es más que la transparencia de lo perdido: ahí, donde zambullirse es saciar lo inútil, permanece el engaño.

No soy. No fui. No seré.

Los epitafios se construyen contra la vida, no por ella. Y yo vivo mientras imagino el día en que todo será la monotonía, la eternidad sellada en una amnesia de nadie, en un tiempo sin tiempo, en una vida sin existencia y por tanto, libre.

En tanto, me borro, desaparezco.

jueves, 10 de septiembre de 2009

sobre los divanes

Una ducha copiosa de silencio envuelve a quien sabe que su alma no tiene dueño. Para que la roca llegue a polvo ha de pasar sobre ella el universo. El tiempo que te toma asentarte en la existencia lo recorre la verdad en un parpadeo. El aire no es más que un protocolo de salvación, una impresión, el zigzag que viene y va de la superioridad a la caída. Y tras cada respiro se ensancha el diván en que confiesas que el mundo, no es un lugar para ti.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Deber...

Siento tanta tristeza por los insectos que se pasean por mis manos que no puedo hacer algo mejor que aplastarlos. Devolver al otro a su lugar de origen, puede tornarse un asunto de elemental justicia. Negarse, permitirle recorrer un tramo de existencia sin molestarle, es algo así como ignorar el destino propio, el deber al que uno está llamado, si es que realmente atendemos a Aristóteles, Platón, San Agustín, Santo Tomás y a Darwin. Lo mismo pasa con las ideas. No puedes respetar aquellas que por su naturaleza y alcance están condenadas al fracaso. La política, la filosofía, la economía y todas las habladurías sistémicas, merecen el olvido y la supresión ¿cómo sería el mundo sin sus frituras? Una rancia sopa de comunidades. Una gran aldea de parásitos que esperan su muerte de la mejor forma posible: haciendo nada para evitarlo.

martes, 8 de septiembre de 2009

racionalidad en fuga

El tropiezo de la racionalidad, es una secuencia y una sucesión de salto y caída, de nacimiento y muerte frente a la que uno debe pasar de largo. Existir es un capricho biológico, una elucubración casual, un accidente sin trascendencia ¿cómo esperamos que una o mil ideas nos salven, cuando detrás de cada tragedia se gesta la eliminación del consenso, la ceguera social, la imposibilidad de asistir al tiempo y espacio, en simultaneidad? La diacronía es el efecto de la verdad fundante de la raza humana. Allá lejos, la sincronía se burla de nosotros con su habitual reloj sin manecillas ¿a qué hora dejaremos de hacer como que hacemos algo, para simplemente detenernos a esperar la única obra precisa del tiempo: nuestra desaparición entre sollozos de ocasión?

lunes, 7 de septiembre de 2009

canciones de vez en cuando

Uno no espera escuchar “locura automática” y matarse. O beberse el tango sin mate. Uno, si puede se hace río y va a la plata sin estirar la pata. Uno no espera verificar en la memoria un recorrido por la Avenida Santa Fe sin estar seguro si el güisqui produjo el sol o el sol creó la noche. Uno nada más va, solamente avanza o se detiene. La quietud es el preámbulo de la melancolía y la melancolía registra la distancia del hombre respecto a su muerte. Claro está, respira, pero ¿puede por sí mismo ese hecho hacer constar la profundidad de lo que significa vivir? Asaltado por la imprecisión he de recurrir a los Rodríguez, pero ¿se puede atravesar el viento sin documentos? Creo que no. El viento es una pared de nadas. Una costra invisible cuyo único propósito es remover el polvo. Ahí estaba, incendiado por no sé qué calamidad. Herido de muerte y de vida, de lo contrario no es real y pues, así cómo, no? ¿para qué contar el tiempo que nos queda, para qué contar el tiempo que se ha ido? Rodríguez, by the way.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Rehab.

Algo así como “rehab” y los años del cielo y el infierno. Algo así. Aturdido y no. Empalmado en una silla. Ajeno a mi mundo. También absorto, si esto no dice nada, entonces no ha sido pronunciado. El resplandor en la pantalla tiene la tersura de un cadáver joven ¿he visto alguno? definitivamente no. Pero esta pantalla tiene esa apariencia. ¿Si todo es apariencia por qué desgastarnos en largas tertulias filosóficas, teosóficas, morales, éticas, formales, en tanta búsqueda? Leo a un amigo y encuentro gratificante su texto. No dice nada, no pretende nada, incluso acude a uno de los tantos lugares comunes de los tapatíos para ilustrar desde su pluma un suceso banal y cotidiano. Está bien, nadie va a exigir originalidad en una época de imitadores. Debimos habernos quedado en el plácido lago del artificio; eso habría bastado para entendernos los unos a los otros sin tanta fatiga cortesana. La intransigencia por destacar socavó la transigencia por empatar. Rotos los flujos, uno llega al punto y... coma... algo, por favor o por lo que sea.

sábado, 5 de septiembre de 2009

apnea...

Busqué en los sueños. En el tejido imperfecto de la aldea. En los rastros de ciudad que también son rastros del ayer. Exhumé uno a uno los huesos de la condena. Miré de frente y de reojo y cerré los párpados. Hice añicos la ficción de la culpa. Incendié el hilo negro donde el alma teje su abismo. Vencí la palabra pero nunca pude enmudecer mi corazón ¿quién podría escuchar el estertor de un prófugo de sí mismo? Y todo por el aire, todo por el aire.

viernes, 4 de septiembre de 2009

elementales....

  • · La nobleza es una característica del árbol y el destino del árbol es caer. La historia humana se escribe en los cadáveres de árboles. Nuestro cadáver no tendrá nada qué decir respecto a ello.
  • · Se compara la pureza del alma con el agua: inasible, insípida, incolora y por cierto, que erosiona y desintegra lo que toca. Fluir es vencerse a la inercia; quedarse, un desafío.
  • · La palabra y el viento juegan a ser víctima y raptor. Una vez dicha, la palabra está indefensa en los oídos de un tirano. El silencio es como un día de mayo que sofoca el significado y el sentido.
  • · El fuego es el antiséptico de la naturaleza: limpia y arrasa con todo. El amor y el fuego se parecen pero no siempre son recíprocos.
  • · La tierra es símbolo de fecundidad. Inspiración de culturas y fuente de mitos y deidades. Soñamos volar, quizá porque sabemos que es la única forma de frenar nuestra caída. Existir es un eterno aterrizaje forzoso.
  • · El mar es el cielo de los peces. Ajenos al agua entramos a ella; ejemplares intrusos que deseamos a toda costa negar nuestra condición. Nos maravilla esa fuerza inmensa y no por nuestra debilidad física, sino por nuestra debilidad espiritual. De ahí que nos extrañe la flotabilidad de un cadáver, imitación excremento, residuo al fin expulsado del paraíso de los peces.
  • · La energía del rayo es presagio de su precariedad. Golpe letal que dura apenas unos instantes y graba en el aire su poder. Como el rayo, los impulsos nos llevan más allá de nosotros mismos para luego abandonarnos.
  • · Los ecos son fenómenos físicos maravillosos. Reproducen de forma desminuida la imagen del sonido. El espíritu es la repetición de un eco divino desdibujado con el paso del tiempo. El fin de la humanidad será el principio de un silencio universal.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Sobre la virtud de ser mediocre

Las creaturas más desesperadas buscan también ser las más destacadas, de ahí que el reino de la mediocridad sea lo más parecido a la discreción y a su vez, ésta, tienda a parecerse a la vida eterna. Todo buen humano debe anhelar un paraíso sin prisas, demandas, ni contratiempos, donde la paz interior imite a la paz del sepulcro, o es que acaso ¿el espíritu ha de precipitarse irreversiblemente en ese abismo apantallante de la presencia transformada en aparición? Cierta calaña de solitarios regurgitan en la sombra sus mejores bocados, ante la impávida reacción de un mundo diseñado para ignorarles.

Ni como ayudarles.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

ilusionistas (la parodia de la imagen)

No sucumbiré ante el estertor de un animal multicolor. Me cago en la desgracia transformada en ícono y que se vende barato. Observo atentamente la vendimia de disfraces, la ilimitada capacidad humana por desaparecer y salvarse de sí mismos a través de la impostura. En el estrato inferior de la esencia humana radica la templanza frente al destino. En lo recóndito de dicha esencia, la paz de sabernos prescindibles, escribe la ley de la resignación frente a lo inevitable. Somos una especie que agota su dolor en dosis mercantiles, con injertos propagandísticos, una especie destinada a hacer de la vida otra prótesis.

martes, 1 de septiembre de 2009

indiferencia universal

Nadie se inmuta del soplo que mueve la noche. Pocos lloran ante la caída de un gigante de nubes. Algunos se enteran del movimiento, otros de la inercia, ninguno de la nada. El quebranto cotidiano de la vida proviene de un impulso cegador. La negación es la huella que afirma la vida. El universo es una versión audaz de un hospital eterno. Hay que quedarse tan quieto como un cable para que no duela la raíz. Hay que soterrar, hay que trasminar. Dejar que la lágrima caiga redonda en su anónima tumba de polvo.