lunes, 21 de septiembre de 2009

certezas...

Yo sé lo que hay antes y después de encender un fósforo: la película indiscreta del mundo. ¿También el cadáver tibio será vomitado? Hace tiempo dejé de ser un aprendiz: la verdad es que nunca aprenderé a ignorar la transparencia (por más que haga, ahí está, como una nada guiando el agua hacia el final). Los ojos no se acostumbran a ser nubes, las nubes no se acostumbran a ser algo que pasa, desaparece y reaparece como una mancha en el basto cielo. Allá lejos, en la bóveda celestial, el infinito resuelve toda insignificancia. Descartemos la medida como proporción de la verdad. Veamos lo que indica el alba: la proyección de la sombra bajo los pies.
A la distancia, cesa la pregunta (¿qué somos?) y aplaude la re-signación.
Potencia y acto.

1 comentario:

Adrián Naranjo dijo...

Curiosamente, petiforro deja te comento, leía algo hoy sobre lo inevitable de la conclusión de que somos carcasas en potencia; extraviada la certeza del alma inmortal y descartada la posibilidad de deshacernos tan fácilmente de la carne, pues nos topamos con el problema de conservar sobre nuestra osamenta la cantidad más o menos variable de musculatura, tejido graso, tripaje y cuero que cada quien carga.
Este no es, un problema menor. Y nos continuará atormentando indefinidamente. Esto por supuesto, ya dejando completamente de lado la psicósis generada por la amable conclusión sobre nuestro invariable legado: un cadáver.
Beso!