lunes, 30 de junio de 2014

Lo del camino
sucesión o lapso;
o quizá
cruce poroso
donde la diáspora se desintegra.

Lo del caminante
pulsión o tramo;
o quizá
vertiente resquebrajada
donde el tiempo y el espacio despiertan.

Lo del ir y el venir
un quedar en lo muerto
una emergencia en lo oscuro
una flecha en lo cierto
aire desmoronado.

Ahora los pies, el apenas;
sobre el domo inverso de la roca

—cosas del envés que a nadie sonrojan—.

Entonces la vida o su inercia.
Entonces sí, ahí vamos.

martes, 24 de junio de 2014

Desoyen a su Dios
ahora hablan por la piedra;

ella detalla su monólogo
en algoritmos de poliedro viejo;
canta, pellizca la perfección
y reposa en sus adentros.

Luego vienes tú
tus demonios desuellan el cascajo de otra voz;
mientras lenta, pero firme, avanza la lengua.

Después habla el fuego;
su vino
intenta volverse un cause
donde la desilusión se disperse.

Quiere desintegrar al pájaro carbonizado del verbo;
quiere suceder y dejar que todo suceda.

En el fondo
se expresa el tropiezo, absoluto y virginal.

La gravedad es una religión
y nosotros somos sus infelices seguidores.

Cae. Habla. Afila el cuchillo. Vuela. Cae otra vez.
Ya escucho venir tus pasos sin Dios, informes, sangrientos, ardientes, ebrios.

Caeré.



lunes, 23 de junio de 2014

Viene de las uñas. 
De los resquicios del alba. 
Se hunde solo para verte aflorar. 

Forma líneas oscuras en las oscuras líneas del día. 
Pliegues donde respiran peces de fuego. 
Habita en la espiral irregular de la yema de los dedos. 

Se oculta para volverse una trama: 
                         la de futuras noches de ansiedad. 
Se vuelca sobre una hoja de vida. 
Se vuelve un tallo eléctrico;  
                         espiga humedecida desde dentro. 

En ese vaivén, las uñas acarician. 
Hacen historia. 
Se transforman en el cuerpo, en la memoria y en la vida. 
Son el tacto. 

Y lo que sigue después de tocar.

domingo, 22 de junio de 2014

Un alguien

Cuando digo nosotros, no me incluyo. 
El mundo es basto, el hombre, un duplicado de sí mismo. 
Cuando digo ustedes, me refiero a ellos 
¿quiénes se creen para considerarse mis espejos? 
Si acaso, despojos de otro mundo; uno menos basto. 
Cuando digo ellos, en manada acuden sus arañas. 
Filas de ellas, con sus patas como manos y sus manos como garras 
¿Quiénes son ellos? 
Tan disímbolos, insultantes y distópicos como tú y yo. 
Ellos y nosotros. 
No. 
Ustedes y ellos. 
Tampoco. 
El espejo es un fragmento en potencia. 
Laten sus astillas. 
Crepitan sus grietas. 
El puño va. 
El tuyo y el mío. 
El de ellos y el de ustedes. 
Pero nosotros no estamos entre nosotros. 
Nosotros somos tú y él. 
O yo y tú. 
O nadie. 
Cosa rara, de avispa muda que vuela y se lleva el muro. 
O de código. 
O de humo. 

Por eso nadie: ese gran habitante que, de vez en cuando, muta y se vuelve alguien.
Un alguien.