jueves, 30 de septiembre de 2010

Ellos.

Hablan de comienzos mientras hacen fila. Hablan de llegar y están sentados en un sillón amarillo que se hunde bajo el peso de su ausencia. Se escriben para decir nada, o para decirlo todo, sin significado ni sentido. Se encuentran cumpliendo un rito de soledades. Se buscan para desandar silencios. Se acicalan el pensamiento con lenguas de gato. Se hunden y emergen en sus sustancias: celosos de nada, salvajes por espejismo, jadeantes de lo inútil. Están en nuestros nombres. Habitan tras nuestras paredes. Respiran en nuestros poros. Se alumbran con nuestras llamas.
Son ellos, los que somos sin nosotros. 

martes, 28 de septiembre de 2010

Reversible.

Ponle corazones a tu caparazón. Mantén la llave cerrada con la puerta. Atranca la sombra con una silla de luz. Sucumbe ante ti. Renace en el renglón donde la historia da el vuelco y se convierte en una narración extraordinaria. Sal. No te quedes doblada bajo la sábana gris y sin lluvia. Comete aquel delito que soñaste la noche anterior: yo ahí, sobre la piedra y tu brazo alzado para asestarme el golpe. Nunca sabrás si el miedo es cierto mientras no tiembles de ti, en mí. Nunca sabré qué tan falso es que yo quiera ser tuyo, si no te tengo. 

lunes, 27 de septiembre de 2010

Para dónde...

El corazón es tantas cosas inconclusas. 

La mitad de un sueño. 
Un cuarto vacío. 
Una idea que se aleja. 

En cambio 
la vida es tantas cosas concluidas
y tan poco corazón.

¿Para dónde hacernos
sin hacernos viejos?

domingo, 26 de septiembre de 2010

Pregunto.

¿Viste cómo, el mundo se va creando en nuestros ojos? ¿Te asomaste para verlo pasar en aquel desfile de soles diminutos que presagiaban la formación de una galaxia? ¿Te diste cuenta cómo, el último minuto se formó en la fila equivocada -buscaba entrar y solamente consiguió salir? ¿Estás viendo la forma en que el agua fluye en el drenaje profundo de la sed, cómo se evapora y deja el suelo más árido que un promesa incumplida? ¿Te preguntas cosas tales como, si es cierta esa propensión tan tuya a decirme no, cuando sí, a fingir ser muro cuando tienes la fragilidad de una liana?
No sé si llegamos o nos vamos. Si esta libertad es un capítulo más de la soledad que no queremos. Tampoco sé dónde ni cuándo va a parar.
Pregunto.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Así las cosas.

Quería tener siete vidas y un gato. Que las plantas regaran el cielo. Tener el poder de despertar al café y no lo contrario. Desarreglar las cosas. Desandar los caminos. Desaprehender. Lo que quise lo tuve y aún más. Transfiguré lo tocado. No dejé esencia viva. Acumulé accidentes. Reinventé abismos. Fui.
Hoy amanecí con la distancia impresa en los pasos. Con la vida derecha y no al envés. Hoy seré otro que se levantó de la cama y le dijo adiós al sueño ajeno.
Así las cosas.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Amanecer

Arrojé la primera luz  -Ryuichi Sakamoto descafeinaba el día. Vino a mi mente un pensamiento: era amarillo como un pergamino, quería fijarse como el sarro a mi cráneo hasta formar una frívola estalactita: la idea.
Vino el Río de la Plata a través de tu cuerpo y me desbordé en ti. Llegó la realidad, el destiempo, las citas perdidas, los horarios cruzados.
Me serví otro café y me senté a esperar. Los amaneceres no duran ocho soles. Despertar es una cosa que te lleva todo el día.
Encendí un cigarro. En mi rostro aún está tendida una sonrisa. Esa, la de tu soga apretándome sin asfixiar.

jueves, 23 de septiembre de 2010

La importancia de las uñas

La uña no conoce de justicia. Va y te rasca y se queda quieta y ósea. Encarna un silencio por encima del dedo que, no reconoce en ella su cómplice encarnado, la calidad protectora que vuelve al dedo un acorazado delgado, pero tenaz. 
Ella crece y rebasa la cabeza calva del índice. Apunta y la mano toda, avanza. Las falanges son comandos perfectos que toman por asalto la taza llena de café. Empuñan el misil del tabaco rubio; en un momento dado, disparan la señal necesaria para que, la fumarola fije la coordenada exacta para realizar la emboscada.
Las uñas son una transparencia disciplinada. El terror de las naranjas, de las ronchas y de toda ranura aparentemente inaccesible. 
No sé por qué a estas alturas las sigues cortando como si fuesen terribles invasores; habitantes extraños o pelos petrificados. Lo que sé, es que un día no muy lejano, habrás de rascarte con tus propias uñas y para entonces, las mías se habrán vuelto: pájaros sobrevolando otra comezón.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Otoño

Las uñas caerán del árbol de la caricia. Nos inventaremos una piel a prueba de claroscuros. La calle se irá inundando de esqueletos. Caminaremos sobre sus huesos. Las hormigas tendrán cobijo. Un perro languidecerá frente a un puerta. Una ventana se asomará hacia el punto más gris de la mañana. Los libros viejos rejuvenecerán en sus estantes. El polen será un polvo moribundo. Los niños se verán más gordos que de costumbre. Habrá dulces siestas. Los osos dormirán. El café será más tierno. Las manos se agruparán como una manada frágil en torno al fuego. Nos diremos cosas tales como "acércate más, amor... frótame el alma...". Pediremos más cama, noches más largas, árboles más tétricos. Nos amaremos estacionalmente porque, llegado el invierno seremos uno. 
Mientras tanto bajo mis párpados todo es Otoño.

martes, 21 de septiembre de 2010

Beso.

Me pongo tu beso para llevar. Le añado una banca frente a un lago. Le pongo el sol poniente en la cara. Le sumo una caña de pescar con un charal en el anzuelo. Lo asocio a una lluvia por venir; al viento que jala del oriente una nube manchada de tiza oscura. Luego lo alimento con curry Tailandés. Con agua de ladrillo. Con tapioca y plátano. Lo pongo a caminar sobre las piedras. A un lado de las bugambilias y los altos muros llenos de musgo. Lo pongo a reposar y a escribir. 
Duerme. Sueña. Despierta. Se estira. Camina descalzo. Y sale a buscar el sol. Le doy una carretera. Un hogar. Lo recuesto para acariciarlo sobre tu cuerpo. Le doy el mío. Nos hacemos uno. 
Un beso es algo más que un beso. Es un recuento. Es la respuesta a tu pregunta. 

lunes, 20 de septiembre de 2010

Hoy

El lunes no debe ser esto: una operación de estiramiento facial -que corrija las arrugas que deja un amanecer indeseado, en el rostro de la memoria-. Abrir los ojos debería ser una forma de extender otros amaneceres, desde la punta de una sensación, a los ojos. 
Las cosas son como son, diría, con razón, un otro cualquiera. 
Acá no se entiende de razones. Se conceden espacios muertos a esa ciencia exacta del estar. Acá se exige a lo deseos imaginación y furia. Aquí, en esta silla no se permite que el tiempo avance sobre un riel mientras a los lados se desdibuja todo. 
Los que vivimos en mí, deseamos que la vida se sostenga aún en lo que fue. Y eso acaba de pasar y por tanto, debe seguir siendo, sino ¿Cómo llegar al siguiente viernes, a esa estación de soslayos?

viernes, 17 de septiembre de 2010

Taxista, siga esa vida!


La vida está hablando. Dijo algo así como “da la vuelta”. La carretera era libre y recta como un monje. La mañana presentaba un cielo más seco que una piedra. Un sol más gordo que de costumbre se regodeaba en su lonja de fuego. Allá iban los vivientes. Una ráfaga de existencias compactadas en un bólido sin rumbo, dispuestas a viajar. Nadie miraba a los lados. Los letreros como vacas flácidas desaparecían sin que un ojo perpetuara el crimen de mirarlos. “Así se va todo”. O quizá no. “Así llega todo”. O quizá no.
La cosa es que la vida estaba hablando y al parecer nadie la escuchaba, o realmente no decía nada. No pude saberlo. 

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Resentimientos de la nación


Mi país es una mancha alargada sobre la sábana. Saca el pie esguinzado. Su brazo se desborda de un lado a otro –intenta ocultar el arma con la que se volará la sien. Su corazón, tan quieto como una pelusa, retiembla en el centro: un centro vacío, una florida oquedad, el hueco que deja la amnesia.
Mi país baila sobre una roca. Gira al ritmo de una nuez ardiente. El universo lo casca. El viento lo pule como a una navaja de cien millones de filos. Mi país no es un puente: el abismo es su terraplén. No flota, se hunde. No anda, desanda.
A mí país lo habitan millones de moscas que, contentas, giran sobre la mierda que la historia le ha dejado.
Viven el festín, ángeles ya sin dios; dioses que cayeron tan bajo y ahora, humanos son: unos tales para cuales.
Unos hijos de la chingada.

martes, 14 de septiembre de 2010

De otra relatividad


El mundo es lo suficientemente relativo como para exigirnos llegar a tiempo. La botella se curva en un tiempo alcoholizado. Elevo la voz para hablar con la copa de un árbol borracho de sol. Fumo desesperadamente en los linderos de una fogata que está por apagarse. Veo la hora y siempre es puntualmente tarde. 
Impelo a la penumbra, sólo para confirmar que la noche brilla por su ausencia –es un tatuaje de fotones malogrado. Este es el momento justo para decir: da lo mismo. Y que lo mismo sea distinto. Y que lo mismo, si quiere, se presente. 
Que lo mismo, en su mismidad me contagie de quietud e inercia, porque, ¿Para qué más está uno en la vida sino para ser arrastrado por la corriente?.
Aunque la corriente misma no sepa si viene o va. 

lunes, 13 de septiembre de 2010

A mano


Tengo esto: un puño cerrado. De un extremo a otro extremo tiene riscos. La yema blanda, la uña corta, la huella onda. Erguido es como un cactus –la aridez lo envuelve, una lógica de desierto constriñe sus falanges– es un sobreviviente. La mano extendida es un puño derrotado. Cuando golpea crea un palmar. Sabe tapar el sol con un dedo. Se desliza para acariciar. Se tiende sábana adentro, contacta lo frágil, pasa encima de lo febril con una suavidad de hoja. Mi mano quiere la tuya. Al entrelazarse te dice “todo va a estar bien”. No va a soltarte. Sabe que el mundo es un acantilado encubierto, un abismo disfrazado de planicie. Mi mano te sabe y se sabe. Y también es un puño y nos escuda. 

domingo, 12 de septiembre de 2010

Claves para transitar por un domingo.

Bach en cristalería. Siete cubiertos en la mesa para descubrir el sabor a pino de la mañana. El café a mi derecha, sentado como el hijo de Dios. Los cigarros a la izquierda, diablos dispuestos a quemarse lento en el infierno de mis labios. Todo el tintineo de la era emitiendo luces gama: pulsares, supernovas, estrellas que saben morir y apagarse. El pausado acomodo de los músculos; cruje el cuello; se distienden los músculos; el cabello libera su carga estática; el musgo se desprende y deja sus fideos sobre una camisa amarilla. Es domingo, un día hecho para ridiculizar al mundo. Un día que sin más día que una pila indómita de minutos crea una represa peculiar para ahogarnos de nada, de vida, de ser, de ansiedad o tedio. Es la desesperación disfrazada de tortuga que muda ya su caparazón hacia la tarde. 

sábado, 11 de septiembre de 2010

Tara metafísica


Te olvidas en los decibles que el tímpano ignora. Hielo. Piedra. Yo estoy detrás de un antifaz: el que hiende mi rostro profundo. Tú no esperas, ni te esperas, ni te esperan. Eres un gesto. La saciedad te sonríe. Te cueces en instantes crudos. Orbitas libre de galaxias. Gravitas. Te enroscas. Tuerca que es el día. Giro donde la luz se precipitó. Eres el tiempo y estás pasando en las horas, los minutos y los segundos.
Odio que te renueves. 

viernes, 10 de septiembre de 2010

Tuve un viernes


Tuve un viernes. Vivía plácidamente en mis pupilas.  Muy temprano salió a ver la lluvia. Caminó por calles mojadas buscando un café. Sonreía al pisar los charcos donde se reflejaba el final de la semana laboral. Extendía sus brazos para abrazar a su padre, el ocio. Se sentó a esperar a que el mundo hiciera fila frente a la mesa donde se puso a despachar. Encendió un cigarrillo tras otro. Se alimentó de un pájaro que no encontró una forma mejor de ser, distinta a la quietud; al no vuelo; el quedarse y murmurar historias de monumento y trino. Lo tuve y lo quise. Sabía que era mínimo y frágil. Intuí que debía abandonarme con la cobardía que lo hace un domingo cuando el lunes lo acecha con su ya famosa inutilidad.
Entonces lo dejé ir y volví adentro, a ese lugar sin calendarios donde la inercia no mata, simplemente te transforma en olvido.  

jueves, 9 de septiembre de 2010

Cotidiano inaceptable.


Despertar y correr a la ducha. Quedarnos callados: sin café, sin música, sin un gesto, sin una caricia, sin retomar algún filón de la noche. Emprender la huida sin tener tiempo de mirar la banqueta. No caer de sueño, ni de ensueño. Dar marcha al auto y echarlo a andar. Oír vagamente la radio. Eludir imbéciles para llegar a salvo a la siguiente ausencia. Ocuparla. Vivirla. Frotarla. Y llegar a la noche con toda la miseria reunida en los párpados. Sin la pregunta esencial sobre si esta es la mejor de las muertes que podemos darnos, o si tan sólo es la que hay.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

8,9.10

Hoy vamos a jugar a nada. Por tanto, será todo lo que ocurra. En tal ocurrencia sucederán de forma simultánea el pasado, el presente y el futuro. Tú te escabullirás en un tubo de gusano. Quizá yo me quede a curvar un espacio. La vida tendrá que estirarse, desacostumbrarse a ser un tejido plano, una retícula hermética, un palo. Una vez que, cual polvo de estrellas, estemos cernidos en el viento, tendremos la capacidad para habitar tantas cosas, que nos será imposible reconocernos, sino es a través de un grano, una molécula o una partícula. Dicen que las sensaciones son cualquier cosa. Algo mayúsculo o minúsculo. Que se definen sensorialmente, dime ¿cómo haremos para reunir la nuestra, pegarla como un jarrón y ponerla encima de la mesa del tiempo donde, habremos de admirarla? Acaso no lo sepamos, acaso por no saber, no se romperá el encanto. El juego habrá de jugarnos. El juego habrá de seguir después de nosotros. El juego, nos juega ya, es miércoles 8 del 9 del 10.

martes, 7 de septiembre de 2010

El martes es un espectro gris. Se toma con fresca calma sus labores de día infértil. Se riega y rasga verticalmente. Oscurece con anticipación. Enfría los dedos de los pies y la punta de los pensamientos. Cada día ha de tener una vocación peculiar para concentrar en un segundo sensaciones del tipo fuga y coladera. Yo estoy inconforme con su faceta escurridiza. Con su corazón infame. Con su modo único de aparecer frío e indoloro. Quiero un martes que se muera de vida. Quiero un día en el día, donde pueda amanecer a mis anchas y celebrar que, después de todo, no es el tiempo lo que está pasando, ni yo, ni tú, ni nosotros. Saber que nada más pasa un martes anodino. 

domingo, 5 de septiembre de 2010

Paloma Cumplido en el primer piso



Es domingo y me da hueva escribir. Pero no por ello, dejaré de difundir y compartir con ustedes el gran talento de una muy querida amiga.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Cerradura.

Queremos mirar por ahí. Pasar al otro lado sin ser vistos. Expandirnos hasta languidecer. Salir del ojo. Cruzar puertas. Rascar al otro lado.
En cambio, no queremos, ni por error, ir adentro de la pupila propia y contemplar a ojos cerrados, al monstruo que nos habita.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Otras palabras.

Liquen. Kril. Sedimento. Un poco de Ingrid Olava. Cochabamba. Enhiesta. Lola, lula: bye. Pie. Pay. Pal. Un prado. Tres botellas con plantas acuáticas. Insectos. Gata. Parpadeo e intermitencia de luz roja-baja. Lo mini y lo más. Lo mismo das. ETA. Pet ¡ah! diantre y vientre: Dante. Alcaloide helicoidal. Bala. Torniquete. 
Un azul propio y con C. Terraplén liso. Muro para trepar. Verticalidad dada. Ahí te oculto. 
Sólo yo sé lo que digo.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Ahí está el detalle.


Hoy sentí cuando estabas juntando piedras del río. Hiciste visible la humedad. Le diste aroma al cristal inodoro del medio día. Le pusiste al silencio la sonoridad necesaria para que percutiera libre en la cuadrícula subliminal de una pantalla. Creaste un símbolo por encima del perro binario que ladra unos y ceros. Apareciste en forma de impulso electrónico. Convertirse la sombra del polvo en un pico nevado. Marcaste la diferencia entre mirar por descuido y observar detalladamente la conversión de la inercia en movimiento con sentido.
Y así, tan breve y tan tú, provocaste mi sonrisa. Y la de mi corazón, tan breve y tan tuyo.