sábado, 27 de febrero de 2010

consecuencias de tomar café

El ciclo del café levanta una curva. Un sorbo negro y dulce se expande sobre el león marino de la lengua. La imagen del calabozo se desmaterializa en soles que son diminutas poluciones de luz. Los magos negros resistimos bajo la lupa quemada de unas gafas. De pronto cerramos los ojos como embalses a punto de desbordarse. Requerimos la ceguera, su venda presionando nuestros párpados. No queremos tener morusas de pájaros incendiados sobre la palma de la mano. Deseamos con furia la piedra sombría que yace bajo tierra. Una chimenea de palabras humeantes. Queremos beber café en sábado y que nadie nos joda.

viernes, 26 de febrero de 2010

contemplación

Contemplo el flujo inane de cosas con nombre. Cosas nombradas que huyen del sentido. Cosas que son formas y deforman mi mirada. Contemplo un río de piedras. Es un río sin alma ni propósito. Río en sí, desecado. Río como hueso que mira al sol. Me detengo y todo sigue. Todo debe seguir. Un hombre no basta para que las cortinas caigan y la penumbra erice la piel. Un hombre solo es sólo uno menos. Un hombre que toca con espadas. Un hombre que se sabe cosa, río, palabra.
Detenido sigo. La codicia me invade. Soy un pecador de ojos hundidos que se traslada de una zona de miseria a una de olvido. No me sonroja presentarme ante la vida como una grieta. La vida no se inmuta con mi color.
La grieta persiste.
Eres yo este mediodía. Soy tú mañana. Es la nada, esa totalidad absorbente que nos licúa y destroza; que nos hace ricos en soledad, que nos vuelve máquinas educadas, que nos incita a despertar mirando la cama vacía. Es el tiempo y su remo. Es este viernes que contemplo todo como un anticipo de la ruina.

jueves, 25 de febrero de 2010

Odio

Quiero que el odio venga después de servir la cerveza. Que su espuma provoque mi vómito. Que se ponga amarilla y sosa mi cara de nopal. Que muerda mi asta bandera en su rugido vertical. Que me saque la pus y la leche. Que se afane en chupar hasta el último rastro de fósforo en mis huesos. Que se detenga en los dientes para que la sonrisa finja un ataque. Que se quede en la puerta, bajo la cruz que condena a los primogénitos. Que desespere. Que escampe. Que le broten escamas. Que ruede como pepinillo. Quiero que el odio me enseñe a ultimar aquellos días de celo. La sobredosis de testosterona. La falla sistémica en mi ordenador. Quiero que tenga la fuerza de la manada y la quietud de un lobo. Y quiero que sea así, sin pensarlo demasiado, sumergiendo su cabeza bajo el agua, mirándole la nuca mientras burbujas ansiosas representan su adiós y su muerte. Y ya.

miércoles, 24 de febrero de 2010

pertinencia del astringosol

Tenía el último aliento en el primero. Una crisálida sublingual secretando el hilo negro de su voz. Tenía una mancha absoluta fuera del cuerpo y el corazón ahumado. Tenía la bilis de un ejército y las armas de una hormiga. Tenía la fuerza del estornudo y el moco de una llama. Sabía que mis días eran suyos y que mis mentiras le pertenecían como las rayas al tigre. Respiraba sobre su boca para alentarla a despertar. Retocaba su fantasma con cuentos fúnebres; relatos de un cuchillo caliente, retirado de la quinta costilla del séptimo cadáver. Había que callar. Había que caer en la ceguera profunda de la aguja. Había que degollar los días para dejar expuestos sobre la mesa los sueños mordisqueados. Entonces tomé su aliento. Su último aliento. Ese eructo volcánico que me lanzó a la nada.

martes, 23 de febrero de 2010

mano a mano

Infinidad de veces supe de mis manos sólo al momento de tenderlas a alguien más. Las vi ahí, alejándose como un remo, ansiosas como ramas que al agitarse se libran de mil insectos. Supe de ellas por accidente, y también cuando me volvían una célula que bufa. Les vi talento para hacer un film con tu locura; para quedarse pegadas al cuerpo idiota que las obligó a aplaudir, escribir, saludar y erguir una taza como si el mundo fuese un balero jugado con mal de Parkingson. Estas manos y muchas otras que hacían nudos de dedos. Redes de falanges. Que contabilizaban en diez la destreza de quedarse unidas se fueron inmovilizando hasta ser cicatrices gemelas. Instrumentos para fumar y mentar la madre. Obra perfecta para decir, métete el dedo.

lunes, 22 de febrero de 2010

Iba a despegar jalado por una cometa sin rostro. Iba a usar las alas rotas para garantizar la caída. Me iba a frotar el rostro en la lengua negra del asfalto. Iba a premeditar mi caída como quien hace bocetos pueriles de su madre. Iba por el luto y su pan quemado. Iba por otro cielo y no por otra quincena. Iba con el tiempo preciso para desaliñarte la mirada y el pelo. Iba como un res a destazarme sin mugir. Iba y no iba, me llevaban, la vida y tus uñas; las gracias y desgracias; el foco y su orina austral. Y fui, como siempre, el mentecato más ilustre de la noche de bobos. El tonto altruista que donó su tiempo a las causas perdidas. Fui yo y nadie más, el tarado que se quedó fumando y en el viaje.

domingo, 21 de febrero de 2010

Yo en 1968

Cómo olvidar el siglo pasado. Las luces invertidas. La humanidad en su etapa de retraso mental más transparente. Yo estuve ahí y desde entonces sigo siendo profundamente imbécil.

sábado, 20 de febrero de 2010

Allá al fondo se rompe una taza. En la superficie, los ojos hacen el mapa de la mismidad y luego prosiguen su movimiento, sin un orden. Ojos que saben ser ojos. En este universo cada planeta no es un mundo. Nada es como es. Eso de ahí es una jícara. Eso de allá, es un costal. Hacia el poniente unas bolas de billar rebotan sobre la mesa. Pareciera que este universo se dispuso con cierto fin. Por ejemplo, el fin silla y los culos agradecidos. El fin plato, oval y extendido como un planeta que se calienta con el meteoro huevo estrellado. Así se venden las cosas, pero nadie las presenta en su infierno.
Distopía objetual y utilitaria, rendida ante los dientes, falanges y narices de tanto satélite disfuncional.
Observo el mundo, mi mundo, este pequeño minotauro confundido. Me veo en él y desconozco si es real o imaginaria su expansión o contracción. Aquí sentado no puedo prometer mucho. Levantaré mis palabras, pero no podré ir con ellas.

viernes, 19 de febrero de 2010

El sol regresó. Mi habitación tendrá siempre el color de un toro. Me levanto para engullir una píldora, tal y como el mundo engulle cadáveres. Lógica de paz, o al menos de tregua. Me asomo tras la ventana e imprimo la nada. Ahora es azul, ayer fue gris. Pienso en el café matutino y dejo de pensar en el río nocturno de palabras que me lleva a tierra de nadie.
Si la palabra no me lleva a ti, no es palabra, es escombro, un montón de ruinas apiladas en un baldío. Si la palabra se queda en la boca, la mascullo hasta hacerla mierda. Digestión verbal.
Siempre he querido un Hades a mi medida. Un Caronte empuñando una botella de güisqui 18 años. Una barca que funja como hielera. Cruzar hacia el otro lado pensando que la bruma es espuma de una fiesta nudista.
La muerte no tiene inocencia, pero tampoco es maldita.

jueves, 18 de febrero de 2010

carnicería

Esta vez valió la pena confundirse. Sacarse el corazón y poner una piedra tan grande como Australia. Deshojar el trébol de las cuatro mordidas. Verter la imagen para poner en ese hueco el rostro simplón de la añoranza. El viejo vegetal que se pudrió en la alacena. Las galletas rancias de tanto bendecir a las hormigas. Todo un eslabón de justicia. Toda una forma de zurcir los calcetines. Esta vez es para siempre inclinarse ante una orilla y decir: aquí acaba el mundo. Los zumbidos de la lluvia y sus moscas cayendo transparentes y frías, me inmunizan de todo. Piel replegada hasta las rodillas. Piel arremangada hasta los codos. Piel a piel, la carnicería.

miércoles, 17 de febrero de 2010

alma en fuga

El frío se retira caminando. Borda tu huella paso a paso. Yo me vuelvo un capullo y me ovillo en tu tornado. No tengo que empezar, afuera está el mundo. Este sol y sus aspas se enredan entre nubes. Estoy soñando un juego dactilar donde los cuerpos sorben bocanadas de ayer.
Tu sabías de mi pasión por caer y sabías que me inclinaba sobre el borde antiguo de la demencia; sólo ansiaba respirar, alejar la asfixia, sentir el infinito; pero a veces, el frío me tienta. Vuelve gris y cortante; me enferma. El frío y sus llamados finales. El frío sin elevación. El frío infame de los días sin ti.
Y debo decirte, no entiendo de condenas. No sé de calamidades. Ignoro los apocalipsis; tan sólo me siento a mirar el músculo del mundo cuando estruja, tritura y arroja el desperdicio humano. Tan sólo sé que siempre he sido un alma en fuga.

lunes, 15 de febrero de 2010

Punto y aparte.

Me fui volviendo una parte aparte –de mí, de todo. Una horma de carne y huesos prensando mi existencia. Mis siglas surgieron de un puñado de letras; destino ceñido por un nombre, un nombre más en la incontable lista de lo humano. Molde único, vasija auténtica, destino común. Jugué todos los juegos que juega la humanidad. Aplaudí reiteradamente el show de la vida, sentado en la primera fila del circo bestial. No pude controlar lo incontrolable, pero supe dejar intacta mi facilidad de equivocarme en nombre propio. Jugué a ser y fui. Vaya gratuidad. Y pensar que muchos se insuflan ante ello, cuando es por ello que deberían sentirse desgraciados. No puedo seguir jugando; si acaso juzgando. Muerto Dios quedamos sus huérfanos para dorarnos la píldora y adorarnos mientras dure.

Punto y aparte.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Mis pies conocen el arte de pararse en medio de la multitud en el momento preciso en que una estampida está por comenzar. Hay algo de otero en esa suerte animal de la manada que trota en diversas direcciones, algo de planicie, algo muy altiplano que los urge a desplazarse. Una añoranza, o mejor dicho una falsa nostalgia por el siglo pasado me hace preguntarme qué hubiera hecho yo de haber estado en la situación de Tomás. Praga, para acabar pronto, es la arena onírica donde sitúo la hipótesis. Un poco por Kundera, que como bien se sabe, domesticó el arte de llorar políticamente. Pero no, ahí no estaba yo y no podía imaginarme como Tomás y Tereza, o como Tomás y Sabina. En mi propia levedad, los tanques que me invaden distan mucho de ser soviéticos. Un fuego diferente y una lucha distinta me orilla a ser un eterno desplazado. Mi propia Ginebra se construye con fuego amigo, desde la trinchera de al lado, en el más puro tiroteo de la confusión, en la más grave herida que jamás me hayan hecho. Y sí, si mis pies aprendieron el arte de pararse en medio de la multitud sin miedo, también aprenderán a caminar, a correr y a irse a la chingada. Al fin y al cabo Tomás no pudo determinar su romántico final, estampado en el parabrisas de su vieja camioneta checoslovaca. Ni yo el mío, huyendo contra el viento, vivo, pero no tanto.

martes, 9 de febrero de 2010

Naufragio

El aire tiene venas de gas. Un viento neurótico toma los árboles por asalto; yo estoy aquí contemplándolo sin más. Cada vidrio roto es evidencia de un cielo frágil, de una transparencia que permite ingresar al mundo para luego sacarte de él con un respiro. Hay ciertas cosas que nos vuelven fragilidad: escribir ciertas palabras que aúllan; tocar ciertas cosas que cortan; mirar hacia la nada y redescubrir la pasión del ojo por no mirar. Los reflejos son juicios mecánicos; piensas en blanco y aparece una nube; dices elefante y sueñas con trompetas; te dicen sol y quedas ciego. Viniste aquí a desollar las uvas. Llegaste de un mar que se hacía bahía en una noche estrellada. Evitaste risco, evadiste corales pero no hay forma de evitar esta catástrofe.

lunes, 8 de febrero de 2010

El viajero y su sombra

Desearía que cada vez que no sé qué escribir, el texto comience diciendo "no sé qué escribir". Luego entonces hablaría de esta tarde que comienza a ponerse fría. Diría que la ensalada de espinacas y panela encontró su lugar muy adentro de mi estómago. Que es la segunda vez en el día que consumo un producto derivado de la naranja. Que no he querido fumar y sin embargo lo he hecho. Que deseo fervientemente un buen café. Que el teléfono chilla y lo dejo moquear como a un niño berrinchudo. Que a veces sueño con desmontar el teatro y dejar que los espectadores vean un agujero negro. Y confesar que me he subido a ciegas a un tren nocturno y que el viaje es largo y que el viajero, viaja con su sombra -Nietzsche dix it.

domingo, 7 de febrero de 2010

Elliot Smith, mood

Amaneció y quise entonar between de bars. Deseaba un domingo de felpa; libre del eco inquisidor del paisaje; ajeno al parásito insaciable que me come desde dentro, desde siempre. Entonces comencé a decir "drink up baby, saty up all nigth".
Y el domingo siguió de largo.

viernes, 5 de febrero de 2010

El político de banqueta...

Adoro ver esos viejos rostros conocidos, hinchados por el tiempo; cuerpos flácidos y obesos que contienen a un animal derrotado; recuerdo sus días menos malos –sería injusto llamar a esos, días de gloria –cuando en pleno fervor del poder alzaban el buche, la voz y la mirada como si encarnaran a una divinidad. Para mí nunca pasaron de ser unos pobres oportunistas. Seres grises como una tubería, cuyas personalidades fallidas encontraron en lo público un protagonismo inmerecido. Los escuchas hablar y te da asco compartir el mismo idioma; ciertos cerdos deberían mascullar y habría que tratarlos a patadas. El contraste es simple, pasaron de ser medianamente humanos a bestias intoxicadas por el poder. Ahora bien, el poder es una palabra demasiado golosa, muy empalagosa para bichos vulgares. De ser medianamente humanos se convirtieron en pequeños monstruos sin talento. Dictadorcitos de habitaciones pequeñas. Enanos insaciables que decrecen segundo a segundo. Y para no reír más por él, por esa basura que tengo frente a los ojos, termino este breve homenaje al político de banqueta.

jueves, 4 de febrero de 2010

Los nuevos Mesías, oradores digitales. En vez de caballos usan notebook. Una cuenta en internet equivale a un Mazada. Lleva la furia de su pequeño dios en avatares perfectamente cuadriculados: la marca de los elegidos. Han sido tocados por la gracia delirante de un ente desparramado de algún establo. Grandes guerreros de la voz que injurian y esperan les aplaudas. Su misión es simple: apoderarse del mundo. Aunque el mundo los rechace por ser lo que son: monos adiestrados. Su encomienda es liberar la opresión de los pueblos, aunque ellos vivan felizmente oprimidos bajo el puño de un gorila. No los confundáis con simples becerros berreando en la loma, son activistas, militantes comprometidos que darían cualquier cosa por cumplir su misión histórica. Sin embargo, con un poco de pasto barato y con uno que otro espejito caerán a tus pies. No está de más, que si te topas con uno lo tomes en tus brazos, como quien coge un trocito de nada, lo acaricia y lo regresa a su lugar. Al fin de cuenta, uno sí es humano.

miércoles, 3 de febrero de 2010

génesis

La suerte fue echada. Un disparo en la arcilla, disparo mudo, como de letra sofocada por la borra del lápiz. La costilla del absurdo intentó animar un sueño; la miseria creó una alimaña, patraña simple de un estafador del alma. Siempre habrá una forma de decir, NO, yo no soy el injerto de un brujo milenario; yo no soy la tiza desparramada de un diseño, que en su perfección sentenció la contradicción de vivir imperfectamente; yo no soy una cuenta del largo rosario de pamplinas; yo no vengo de ese trino, ni de esa ave disecada y multifacética. El tiempo ha vuelto demente a quien ha intentado detenerlo. Se ha dicho "vive"; se ha dicho "ama"; se ha dicho todo y nada. En ese decir quedaste mudo, doblado, enhiesto. De otra forma habrías intentado volar.

martes, 2 de febrero de 2010

Quiero tipificar el absurdo como delito grave. Por ejemplo, el bufón aquel que llena su boca de ideas hilarantes y se hace pasar por genio. Quiero también denunciar que detrás de cada ser humano, el uso de superlativos es un síntoma de falsedad. Quiero poner en claro que este mundo no sería nada sin el prejuicio y sin embargo la información es una forma organizada de mentiras. Veo, leo y escucho gemir al más insensato de los simios. El uno es el múltiple; acá termina esa zona de nadie que todos quieres dinamitar, pero nadie se bebe. La capacidad de lo efímero no ha sido valorada. Respirar está sobredimensionado. Despertar es visto como un milagro. La inercia ha incendiado la casa. Quiero renunciar a mi humanidad como el único acto de humildad del cual dispongo. El resto ya lo hizo sin darse cuenta.

lunes, 1 de febrero de 2010

Signos

El signo jamás fue una imagen concreta de civilización, fue un puente para cruzar de la barbarie sin nombre a la barbarie codificada. Para cada palabra hubo antes un grito. Para cada concepto un alarido. Vida y existencia en la voltereta del instante humano y el instante humano inacabado. El sonido más genuino provino de un gemido que originó al engendro. De ahí que a todos les sea más ameno producir sudor a bufidos que producir saliva hablando. No existe la palabra, existe un puente para cruzar la miseria. El silencio fue un destello anterior a toda vida. Un signo indeleble extraviado en el atropello de la voz ¿decir, qué? La expresión ha menguado, se ha convertido en una queja simple y vacía. La humanidad se desoye, ahora digita, intenta esa traslación fallida del sentir mediante pulsos. Amores, odios, alegrías, sueños: binarios. Unos y ceros atrapados en una red de nada. Signos concretos de oquedad.