lunes, 1 de febrero de 2010

Signos

El signo jamás fue una imagen concreta de civilización, fue un puente para cruzar de la barbarie sin nombre a la barbarie codificada. Para cada palabra hubo antes un grito. Para cada concepto un alarido. Vida y existencia en la voltereta del instante humano y el instante humano inacabado. El sonido más genuino provino de un gemido que originó al engendro. De ahí que a todos les sea más ameno producir sudor a bufidos que producir saliva hablando. No existe la palabra, existe un puente para cruzar la miseria. El silencio fue un destello anterior a toda vida. Un signo indeleble extraviado en el atropello de la voz ¿decir, qué? La expresión ha menguado, se ha convertido en una queja simple y vacía. La humanidad se desoye, ahora digita, intenta esa traslación fallida del sentir mediante pulsos. Amores, odios, alegrías, sueños: binarios. Unos y ceros atrapados en una red de nada. Signos concretos de oquedad.