lunes, 31 de mayo de 2010

Cómo darle al bienvenida a un nuevo inquilino


Allá al fondo está mi nuevo inquilino. Dispensen las cajetillas de cigarros en la mesa: juro que no voy a morir de salud. Los papeles donde debería haber alimentos: como palabras. Las plantas que son mis grandes consejeras. La escultura de madera que no expone su mejor ángulo -dijo el autor que si uno la ve de perfil, tiene la forma de una mujer. Y mi lap, ahí, de metiche.
Disculpen todo eso y denle la bienvenida al cuadro del fondo.

domingo, 30 de mayo de 2010

Ellos.


Iban ahí. Solos o en par. Como ramilletes o tríos. Los ciegos, y los que viendo, no querían ver. Eran yo. Fuimos nosotros. Hacíamos polvo al andar. El ellos, el uno, el nadie. Los rostros y su hueco. Una esperanza. Un dolor. La sonrisas que sirven de lienzo a la mueca. Las espaldas corvas o los dientes blancos. La inocencia y el desamparo. La calle es todos. Espejo. Los pasos no se cansan de ser una definición que muere al pisar. El piso no se sabe camino, se sabe fragmento. Yo miro. Me miran. El dolor es ese viejo desconocido que nos pone frente a frente. A ella le duele la deformidad. A él le duelen las encías. A todos los duele doblarse, no ser Ceiba o Abeto.
¿En qué punto volteamos atrás para crear eso que se llama historia? No lo sé. No te sé. No me sabes. No nos saben.
En eso consiste la calle: desconocernos al andar. 

sábado, 29 de mayo de 2010

Ecce homo

Heme aquí: simple humano simple. Pienso "Ecce homo". Pilatos versus Nietszche. Lo tengo tatuado en mi antebrazo derecho. El hombre. Un nombre me rebasa. Debo detenerme cada tanto: el camino se bifurca en sin sentidos. Tampoco quiero los resentidos. Ecos tales, de voces huecas. La oquedad es lo de menos. Una subasta de espacios vacíos. El sirio solitario que arde en mi pecho. 
No. 
Pronuncio veleidades. Es decir, regalo la verdad. Ustedes saben, no estoy aquí. Las palabras están delante. Yo no sé dónde quedé. Llegué a la pantalla y enmudecí. Ahora callo y los dejo hablar de mí.

jueves, 27 de mayo de 2010

Beirut - Elephant Gun

Beirut, Elephant Gun. El tono supera el significado. El sentido toma un segundo plano. La imagen no llega. Al minuto con veinte segundos irrumpe una trompeta que te hace volar. Quizá no, pero planear sí. Cierras los ojos. Ningún elefante es un arma. Tampoco Beirut es un grupo musical, si acaso la capital de un sueño. Tu estás aquí conmigo escuchando la música que me recomiendas entre dientes, o haciéndome gestos con los ojos, del tipo: arráncame los labios. Yo me quedo quieto. Te sostengo la mirada. Nacen sonrisas.

Estamos ahí, en la barra del bar y reímos. Llega otra vez la trompeta que limpia mi memoria. No, que la deja en blanco. Que me da el tiempo suficiente para terminar de describir la sensación de ese sonido nuevo ¿tu vos, tu risa? No, eso tampoco: es Beirut, Elephant Gun.

La vuelvo a poner para recordar que me dijiste: fuiste al recital de Kusturica. Yo estaba ahí, pero no estábamos, y sabes, lo mejor es que no estaremos. Tal vez, en otro silencio, en otras miradas, vivamos el beso y nos tomemos de la mano y caminemos por la calle de las jacarandas.

Pero claro, era de noche y no se veían, o no te diste cuenta.



El diablo también tiene derecho.


Sí, el diablo también tiene derecho a una mamada.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Un vistazo por mi cadáver.


Un día amanecí muerto. Mis palabras se habían secado. Estaba tirado en una plancha de vacío y bruma.
Me contemplé unos segundos. Me imaginé vivo. Quise matarme. Le puse veneno a un sueño. Luego, desangré tus fantasías. Derramé petróleo en tu costa. Te bebí al tiempo. Te llamé puta. Te quise. 
Morí en ti.
No de ti.

martes, 25 de mayo de 2010

Ahí voy.

Deambulando en sonrisas muertas. Quito y pongo un disco. Voy y vuelvo de mis vicios, de la vieja arqueología interior que expone la ruina en un sorbo de café. Busco la camisa de fuerza que aplaque ciertas ansias: tocar, mirar, lamer, morder, arrancar. Aciagos infinitivos. 
Te veo entre miles de disfraces, o entre puños de nada. No es suficiente estirar los ojos para arrancarte un gesto, o para hacer que tu ropa caiga. Quiero contemplar tu esqueleto; verte vestida de ti: de un blanco óseo, de nube fosilizada, de pálida hoja. La carne no me sabe. Las palabras no me llegan. La hora dispone su tediosa parvada de minutos y, aún así nada vuela. 
Ahí vuelvo. 

lunes, 24 de mayo de 2010

El amor materno.


Mis días no volvieron a ser los mismos desde que te desinflaste. Nadie como tú me leía en aquellas largas noches de insomnio. Tus cafés capuchinos siempre fueron los mejores. Lavabas mi ropa sin deshilarla. 
Hiciste todo diferente, incluida la sopa de letras.
Te extraño mamá. 

domingo, 23 de mayo de 2010

América lejana.

Esquivé las ganas de vivir. Si puedes, encuéntrame detrás de esa roca. Allá no estabas. No estuve. Cerraste los ojos mientras tomaste la imagen. Cerré el corazón detrás de los lentes.
Qué lejos estás, América.

sábado, 22 de mayo de 2010

18


La pieza que le dio nombre al disco es así: una escalera que se va desgranando, que se abre e inutiliza, que te deja mirando hacia arriba, mientras a pocos centímetros de ti la tierra se abre. No pudiste ascender un solo escalón. 
Tal vez en eso consiste la esperanza, en ser una suerte de termómetro que te lleva a los extremos sin moverte de tu lugar. O quizá sea desesperanza. La realidad es que te quedaste quieto mientras el futuro se marchaba y el pasado te carcomía. En el año 2003, ese disco y esa pieza enarbolaron mi fuga. 
Luego vino Nueva York. Otra vez Nueva York: esa ciudad que me dio todos los "sí" o que quizá se los quedó.

viernes, 21 de mayo de 2010

Escalabrini Ortiz y Seguí



Allá afuera estaba Palermo. Vi la vida desde el piso 11 de una ventana que miraba hacia Libertador. Por una rendija se asomaba el Río de la Plata, café. Tenía un refrigerador y un espejo, que más de alguna vez me miró con más de cuatro ojos. Inscrito en mi puerta estaba un letrero que con el paso del tiempo se borró. Decía: todo es pasajero.
Yo había pasado ya tantas veces que me acostumbré a ser pasajero. Creo que sigo pasando. Mis pasos posan, pasan y caen a un pozo. La vida también: tendida sobre un palo; mojada; no tiene para cuando secarse.
La sigo vi_viendo ahí.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Viña del Mar.


Esa es mi sombra en Viña del Mar. 
Esa, también era la sombra de mi soledad.
Ese es el reloj de flores que me veía inmóvil y a todo color.

Ese era el año 2008.

Esa es la memoria:
el canto de un pájaro iracundo.

Tan igual que hoy.

El papel del culo en la inutilidad de la reflexión

Las palabras no me lloran. Eso pudo escribirlo el hombre que fui en el futuro. Me miro; dejo que el rito falaz de imaginarme suceda sin que las pestañas se doblen. El curso del tiempo ha sido una suerte de fascinación enfermiza que me cuenta los minutos. 
Atrás: nada. Adelante: todo. Mientras tanto la inacción. 
El culo -sujeto central de la vida- sostiene educadamente la gravedad del instante. Una silla, un sofá, son el trono necesario para reinar en una habitación partida entre el silencio y la oscuridad. El instante, más que fotografía, es un lienzo traicionado. Detrás de la imagen la palabra. A veces, lo inverso. La palabra precediendo la imagen. 
Nunca hay confort. Todo se estira y contrae en un juego que ya no divierte. El tedio del saber volvió venenoso el río de la conciencia. Nada escapa a este destino. Ni siquiera tu propio culo, que te sostiene mientras lees esta inútil reflexión.

martes, 18 de mayo de 2010

Exordio por unas pecas



¿Existe algo más vulgar que la sensación pegajosa de necesidad? El triste está necesitado, pero su necesidad es paleolítica; por ello es un bruto. Es también miserable y contradictorio, sufre de ataques inusitados de esperanza. Puedes reconocer a un hombre triste por su grado de optimismo. En ello revela la profundidad de la grieta que lo funda. El triste practica el deporte de la culpabilidad y es adicto a la victimización. Esas son las fuentes de donde obtiene la energía para sostener su pusilanimidad. El triste es un desecho y debería encerrársele a la primera muestra de su patetismo. 
Yo sólo quiero ver pecas. 

lunes, 17 de mayo de 2010

Praia da Rosa

Año 2000 en Praia da Rosa. Antoninho y Roso me acompañaron a fumar marihuana a una suerte de fortaleza hecha de ramas. Faltaba una semana para el carnaval y la pequeña ciudad de Garopaba, bullía en los preparativos. Era un nuevo siglo. La primera fiesta después del ruido sofocante del milenarismo, el fin del mundo y las horas de dios sobre justos e injustos. 
La espuma del mundo estaba en ascenso. La borrachera de la esperanza, el miedo y la estupidez atravesaba a la humanidad como una lengua transversal de irracionalidad. Siglos de lenguas habían lamido nuestra ingenuidad hasta dejarnos lisos. 
Esa tarde, en Praia da Rosa, el mundo tuvo su propio giro. Fumamos y reímos, aquel brasileño, el argentino y un mexicano. Hablamos de fútbol, del Chavo del ocho, y de las mulatas de muslos perfectos que se asomaban en turnos para robarle a nuestra esperanza una fumada. 
El mundo también estaba ahí, pero no tenía tiempo. Eran los peces muriendo sobre la arena, mientras los pescadores celebraba la pesca. Era la propia arena detonando una noción finita de infinito. Eran mis pies que caminaban hacia el Lobo Hotel en busca de Pessoa y una caipirinha.  
Era yo, era el humo y el mundo, esa otra cosa que sigue sin gustarme. 

sábado, 15 de mayo de 2010

El amor de mi vida



Naciste hace siete años. Un amigo me dijo que eras yo “en miniatura”. Después del doctor, fui yo quien te abrazó primero. Tenías el rostro hinchado y rosado, como una pequeña tortuguita.
Cuando pienso en ti, me viene a la mente la imagen de un guerrero. Por ejemplo: tu fuerza de power ranger. Tu habilidad para armar rompecabezas. Tu pasión por ganar siempre. Tu gusto por las películas y los cuentos. Los mil quinientos tazos que has ganado. Lo bien que le pegas al balón de fútbol y gritas gol. Lo quieto y dulce que eres mientras duermes.
Eres mejor que yo en muchas cosas. Corres más rápido. Te cansas menos. Me ganas en todos los juegos del wi. Sonríes y te ríes a carcajadas. Me ganas con las espadas. Eres guapo y fuerte.   
Hoy quiero decirte que eres mi ilusión. Quiero decirte que te amo profundamente. Que sueño verte convertido en un gigante indestructible. Que disfruto todo lo que haces. Que pienso en ti todos los días. Que te llevo y vivo en mi corazón.
Te amo hijo.

Recuerdo.

Punza en los ojos. Es una esquela fúnebre publicada durante el sueño. No dice nada. Asoma todo. Es horma, mas no signo. Su imprecisión vuelve tácita tu fragilidad conceptual. Imposible cerrar los ojos ante ella; están sellados, los párpados alcanzaron el rango de cadalsos. 
Entonces miras sin tocar. Debería decir: aprecias. Pero no, tal cosa es improbable. Te quedas ahí, rehén acostumbrado a vivir atado a una idea perdida, a una imagen insólita pero recurrente. Y sigues, después de despertar sometido al cordón umbilical de tu historia y su paciencia para seguirte hasta el fin del mundo.
¿En eso consiste el recuerdo?
Pregunto y vuelvo. No vayas a pensar que no lo sabía. Es sólo que estoy cansado de responder.

viernes, 14 de mayo de 2010

Quedo.


Lo raudo que pasa el silencio en su triciclo. La mañana que sale de las manos del sol, es humo de luz. El olor embrujado del tiempo a nadie hechiza. Los ruidos hacen a la ciudad un alarido desconcertante. Hay que taparse de pies a cabeza para seguir siendo una pieza viva.  
El café camina hacia al centro neurálgico de los sentidos. Los rastros de vida se unen en torno al instante. La piel es insólita: huella de nada. El tacto es efímero: reflejo donde no. Las sensaciones son inéditas: viento de sí.
Pienso en la vida de un viernes que no tendría por qué ser tal: mero devenir. Al final eso es todo. Eso es lo que pasa. Lo que no queda del quedar.

                                                              Quedo. 

miércoles, 12 de mayo de 2010

Nada.


Vienes en todas las miradas; en los umbrales del polvo. Fisuras el deseo de quien fija su noche en tu piel. En tus párpados se reúne un glosario del adiós: muro y  piedra; la entraña insondable del árbol; el pie descalzo que avanza ciego.
Contigo o sin ti, soy materia perdida –y lo perdido se sabe hallado en sí mismo. En otra esquina, una retina es oasis; uñas transfiguran los dedos en arcanos. Nada pasa, pero todo se siente. Hay rifles apuntando a las balas. Hay ecos encimados en la voz.
Lo sé: vienes en toda las miradas, pero vivo a ojos cerrados. 
Eres nada.

martes, 11 de mayo de 2010

En la boca del lobo


Hay otra ciudad en tu ciudad. Ahí habita una catástrofe.  Se comen a besos las palabras. Los perros blasfeman. Las piedras se lanzan unas a otras. Esa ciudad se levanta en dientes y encías. Tiene una lengua que degusta el polvo. Es una urbe de saliva que llueve signos. Son cicatrices formando un labio tan ancho y largo como un camellón.
Es esa ciudad desconocida que lleva a otra ciudad:
                                                                   tu boca.

lunes, 10 de mayo de 2010

Ese silencio.



Que sea voz, en vos:
un toque eléctrico.

Que suene como un timbal
y retumbe en la punta del aire.

Que aflore ignoto
de  labios imprecisos.

Que acalle          diciendo.
Que diga             callando.

En tanto
       busca el libro
–en su hoja hay otro árbol.

domingo, 9 de mayo de 2010

Blanco


Te tiro en blanco. Te blanqueo en el tiro. Al blanco blando en el banco. Sacrifícate. Crucifícate. Siempre estamos a tiempo para ensayar una forma ética de suprimirnos. Al final la sangre blanca de Blanca, correrá como un arroyo de coca o una hilera de dientes. Lava la bala y también su cacofonía. Ruido blanco. Deriva del témpano que chocará en tu frente. 

Ella (no tú).

Wish you where here, conjuga todas las mentiras del corazón. El corazón conjuga todas las mentiras de la razón. Uno y otro son reflejos.
La debilidad de un reloj. La esperanza de un asno. Las horas quedadas.
Yo regreso del mundo y por alguna razón el mundo es mi vecino del seis con Omara, y su chica colombiana, y ese pintor que nomás no termina de gustarme.
Me olvidarás. Esa será mi bendición. ¿Dónde está mi trago? Luego de horas y días esa es casi una pregunta  teológica. El vino, los vinos, los fueron. Mujeres y rostros y amigos y estorbos. Todos informes.
Y tu esencia coqueta. El recuerdo, o los recuerdos que se anudan uno a otro. La sonrisa expandida de nuestros días. Los instantes en que fuimos. La vida que hicimos leyenda. El siempre, difuminado en esa merma cotidiana del hoy. Pero aquí. Muy aquí. Entre trago, gente y ruido, tú que nunca te fuiste.

sábado, 8 de mayo de 2010

Rara vez


Rara vez el mundo tiene color. 
El color tiene forma. 
La forma tiene sentido. 
El sentido tiene significado. 
El significado significante. 

Esta no es la excepción. 

miércoles, 5 de mayo de 2010

Cosas inútiles.

Tener un pararrayos en la bicicleta. Jugar solitario cuando alguien te está mirando. Callarse en medio del abucheo. No soltarte de esa mano cuando resulta inminente tu caída. Masticar veinticuatro veces los alimentos. Roncar si duermes solo. Leer un mantra en un karaoke. Ser el árbol en el patio del talador. Darte a ti mismo las gracias. Bucear en una alberca. Tener un kilo de espinacas y quince de lonjas colgándo como rulos de tu vientre. Fumar marihuana en una fiesta de anfetaminas. Hacer un dictado en el teléfono celular sobre cosas que en realidad quieres olvidar. Tener pesadillas y llamarles sueños. Maldecirte pensando en el otro. Ser el otro. 
Ser tú. 

El espejo



Lo sepas o no, el espejo es la cuna de toda distorsión. Algunos se pasan horas frente a él, sin sopesar la forma en que desaparecen ahí adentro y se vuelven el fantasma que lo habita. La mayoría se asoma por costumbre intentando simplemente borrar ciertos rasgos: los que la noche imprime en el rostro como si fuese un sello dictaminador.
Pero el espejo no se inmuta. Antes bien extiende su dedo y apunta sobre ti. Se dice a sí mismo "he ahí otro cadáver en potencia".
Yo podría morir de miedo frente a mi espejo. El miedo podría morir en mí, si tan sólo cambiara de ojos o bien, si mirara de reojo; si parpadeara más seguido y quizá también, si simplemente le guiñara y siguiera adelante.
Así como lo hace la vida, que te mira fijo dos segundos y luego se va.

martes, 4 de mayo de 2010

Mi secretario particular.


No todos tienen un secretario particular como el mío. Contesta el nextel, escribe en la black berry, manda correos electrónicos y limpia el cenicero.
Ah... también besa rico.
Soy afortunado. 

domingo, 2 de mayo de 2010

Apuntes sobre el mar


I
Lo siento en el viento. Quiere desbordarse en las olas, herido de sal. Quiere ser: árido. Trepar por el risco y robar un beso del pájaro azul. Quiere nadar adentro de un barco. Ser el barco. Naufragar. Eso quiere. Eso quiero.
II
Le duele su inmensidad, distinta al cielo, distante del infinito. Es la piel del coral que ruega salvar su intimidad.
III
Lo veo y pregunto ¿Envidiará mi sudor?
IV
El diente de la espuma muerde y desaparece.  Es un erizo en mi pie. Es mi pie. Es tonto y tanto. Es y no es. Juega. Coquetea. Se guarda y resurge. Está en guerra. Contra nada, contra todo. Es agua que decora esta roca sin cielo. Es un charco donde la nube escupe. Una baba sin pretensión universal.
V
Su brisa me sabe a glaciar extinto. Su sed contiene una clave de locura.   
VI
El mar está aquí. Su inquietud es salir. La mía contemplarlo. Nos damos la espalda y el viento. Parecemos una sucesión que se completa al atardecer.
VII
La ola nos enseña un ciclo de resurrección.