martes, 30 de noviembre de 2010

Cosas sobre las gallinas.

No me fío de la mano invisible que nos vuelve peones en un tablero fatal. Tampoco le creo al tiempo que, a golpe de coincidencias incendia mi ánimo hasta reducirlo a cenizas. 
Contemplo con rancia exquisitez, la estúpida fragilidad de mis dientes cuando se cierran sobre las preguntas. Any way: comienza a darme lo mismo todo y nada: los extremos, de suyo agotados, terminaron por cansarme. 
Se requiere una gran vocación de imbecilidad para volar con alas de gallina. Un silencio sería providencial, pero no llegará. Hoy saldré al encuentro de un abismo; pernoctaré en las entrañas húmedas de un cuervo; dejaré que mi náusea ceda con una píldora de carne. 
Total, ya estamos muertos y nadie va a tomarse la molestia de revivirnos. 

domingo, 28 de noviembre de 2010

El reino efímero.

Supongo que voy a orillarme. Un rincón es un pulmón privilegiado desde el cual respira el mundo. Mi corazón ama el polvo más que a la ceniza. Late haciendo humo. Crea columnas de sangre que se desplazan a la velocidad del glóbulo. No se piense que noviembre se está yendo, es diciembre quien llega. Hoy escribí la palabra melancolía para poder fijarme a una orilla y respirar. Conforme vacío vasijas doy pie a la creación del agua: plantas y pies; horizonte. 
Todo despejado para que reine el domingo.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Sobre los ahuates.

El límite es un asunto tan lineal, tan de frontera y muro y no sé qué tanto. Yo creo en la libertad, por eso los gatos, pero tú ni saltas, ni arañas, ni qué. Hay formas de exterminio que ni una bomba. Por ejemplo, la anatomía, vasija pródiga como ninguna. Una fuerza peculiar sostenida por partículas. Uno imagina y quizá. Decreta, reza, whatever. La realidad, si es que la hay, indica otro asunto, dice: estas o no estás. En ese juego cuya perversión consiste en segmentar el estar, sobreviene una tragedia científica. Me explico: presencia y ausencia. Una vez en el desierto un cacto me estuvo de sobremanera. Pinchó mis manos. Tenía sed. Quise detenerme a observa la tarde y lo hice. Todo era un todo ahí; un estar tan pleno de ahuate quisquilloso en la punta de mi índice. Porque de lo contrario, otro lugar, o nada y mi dedo salvo. Así las cosas presencié la presencia del ahuate ylodemás, estando y por tanto siendo. Y viste, la ausencia no. La ausencia no tiene cacto, desierto ni atardecer. La ausencia es mi idea de un cacto, un desierto y un atardecer que no sucederán. Y penosamente es lo que está sucediendo. 

viernes, 26 de noviembre de 2010

Destiempo


Detrás de todo hay un destiempo. Amaneces y olvidas apagar la luna. Al cerrar los ojos abres llaves que no corresponden a ninguna puerta. Aún así, piensas en grifos y agua, ducha y ríos; quizá en el mar, que aún recuerda su pasado remoto y desértico. Al inventar el mundo inventas también sus soledades; aflojas la cuerda, caminar es un intento de suicidio controlado; la caída, en caso de suceder, ya se ha verificado. Pero no inventas nada, todo está dispuesto en una larga sucesión de conceptos, preceptos y demás. Sales de ti, para ir a un ti predestinado de la peor manera. No pensemos solamente en lo predecible, pero sí, hagámoslo. Tampoco dejemos de pensar en la sorpresa, pero sí, dejemos de hacerlo. Es el destiempo, eso que provocará que, al caer la noche olvides apagar el sol y debas recomenzar. 

miércoles, 24 de noviembre de 2010

El extraño retrato de un instante.


Este no es un discurso. La palabra no está sucediendo. Esto se trata de lo automático; conforme vayan llegando los haré sentar. Cráneo, por ejemplo. Pórtico. Allá la calle, allá la callé. Hablaba mucho mientras se comía esa sopa de letras. La llamada del uruguayo, rompiéndome los huevos. Lo sé, la factura, pero igual, me da igual. Sopa, dije. Llegó un ajo a la taza: ajá. Ají y en Chile, me pica la moral. Sé que no voy a darme a entender. No siempre, ni porque qué. La incoherencia es todo un arte, tal y como aprender a silbar comiendo pinole. Llega mensaje: “aprieto los puños y te mando toda mi energía”. Y así fue, la sentí. En tanto este hospital, otra vez un hospital, y este mes y esta vida y todos los carajos reunidos en el water. No sé. Algo no anda.
Chau. Click.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Isla.


El mar, el tiempo y la memoria te nombraron. La bruma te cintura: espesura donde flotan abrazos, peldaño último del ojo. Una isla. Una isla es. Una isla eres. Te recorro a ojos cerrados. Isla del nosotros. De tu y tú.  De gatos que miran. Isla de la acechanza. Imaginaria y cierta. Isla lunar, de reflejo y piedra. Isla que muestra su enigma en el estigma, donde apareces discreta: pluma pactada desde  el vuelo, pensamiento del ave. He creado esta isla frente al mar, la palabra es su fauna y tú su espíritu. Habitémosla. 

domingo, 21 de noviembre de 2010

Puerto Vallarta en tres ojos.


I
El mar pone a sudar la vida. Por eso bailan los niños y las mulatas se erigen como estatuas del sexo; los hombres buscan la arena, saltan al mar, miran el horizonte; reconocen en él un trazo de lo eterno. Este es el mar, un fulgor azul que fluye entre adentros. 
II

El malecón lame el mar. Bajo los arcos un cardumen humano se rompe. Algo tiene la sal que nos vuelve estatuas. Aquí las aves son olas y el mar es alado. Un barullo lleva y trae una intención: es la noche en su descenso. Una necesidad de gota, de curvatura y gravedad exhala, invita a precipitarse en nada. Lo mimético es la buena nueva que trae la luna.

III

Se requiere un voluntario para doblar la pelvis de la ola, uno que sepa romperse y reintegrarse grano a grano.


sábado, 20 de noviembre de 2010

Hablando de la vida.


Quisiera hablar contigo sobre la muerte. Que hablemos largamente. Que lo hagamos labio a labio. Que lo hablemos desde los ojos. Quiero que mientras hablemos de la muerte sientas mi mano sobre la tuya. Mi mano que va a morir, pero no va a abandonarte. Hablaremos de la muerte porque sabemos que esa es la mejor forma de referirnos a la vida. Viviremos sobre los muertos. Nos besaremos de muerte. Moriremos de felicidad en vida. Y cuando al fin muramos, sean otros los que hablen de la muerte. No de la nuestra, sino de la que hicimos nuestra; de esa que es de todos, de la que está ocurriendo en vida, de la que nos vive, de la que no va a extrañarnos mientras alguien piense en ella. Vivamos pues.
Si llegamos a movemos es porque no queremos sentarnos a morir. 

viernes, 19 de noviembre de 2010

Viajar


La noche va juntándose de a poquito. Se recoge y reúne, flor oscura, ojo adentro, en lo insomne. Es de noche cuando viajamos. Trasladarnos es desafiar la premisa del tiempo espacio. No importa la velocidad, no estas quieto. Ni siquiera quieto dejas de andar, sin embargo, estás quieto y sigues. No es tu fuerza, vas encima de una ola de diesel que va rodando por la carretera.
La noche se flexiona. La luz azul de la cabina parece futurista: colmena de neón. Es un trozo de relámpago reflejado en las ventanas. Afuera, sin nubes, las estrellas avisan su trayecto. El horizonte va a tragarlas. Mi cuerpo torcido viene y va del sueño a la conciencia: crea el ensueño, la zona intermedia, el no where.
Ahí apareces: tus ojos, arcos perfectos; el gato de tu expresión asomando los más bellos tejados. Vienes tomada de la mano de la noche. Tus palabras son tan frescas como Enero. Cierro los ojos para recibirte. Bendito tiempo. Puerto Vallarta asoma.
Seguiré sus sueños. 

jueves, 18 de noviembre de 2010

A unas horas del mar, ya soy ola.

Iré al mar a detener el tiempo. Me sentaré por horas hasta que nuestras incógnitas se encuentren y espumen. No hay mar que por ola no venga. Y el viento, ese canalla idealizado, cumplirá el siseo brutal de hacerme girar adentro de un aroma que no existe más. 
Quizá me sienta perdido. La inmensidad es un trascabo de lo eterno. Zanja, hunde, canaliza de dentro hacia afuera sus orillas en las nuestras. Le pondré nombres, cuerpos, rostros. Lo haré pensar mientras rompe y sacude una franja de arena y pies desnudos. No soy tan terco como para no mirarme en él. Para no entender que no es uno, sino muchos mares. Que no es agua, sino un coctel imbebible.
Yo te habría llevado conmigo a ese mar. Te habría desnudado de noche. Te habría besado y lamido tan hondo hasta volverme tu propia sal. Ese mar y éste otro (la palabra) me contemplarán sin ti. Quizá digan: "He ahí la orilla de un hombre, la ola de un hombre y el mundo de un hombre inundando las horas". 
Quizá no. 

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Buenos Aires.


Amanecí y me vestí de tango. Buenos Aires, por qué no. Allá o acá, soy el río. 

martes, 16 de noviembre de 2010

Paz


La paz como reflejo del mundo en el agua. La paz, no es un reflejo del mundo en el agua. La paz encharcada y luego evaporándose lento, regresando humedad a la atmósfera, y al asfalto grietas. No encharcar la paz, ni en esa, ni en ninguna calle. Verla florecer, brotar, ser aire, en el aire. La paz como testigo y vestigio. Una paz de retina para adentro, de vaho interior. La paz como estado predilecto de un corazón entregado. Mi paz, en paz. La paz como totalidad y tiempo. La paz que me doy. La que no van a robarme más.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Partir.

Hay que borrar el camino tras los pasos. No es por odio, simple inercia. Al elevar un pie nace un vacío: elefante mínimo pero inamovible. Al dar la espalda crece un adiós y nos arrastra. Al callar se dice todo, y lo has dicho muy bien: nada. 
Dejamos polvo en los tapetes del mundo. Huellas irreconocibles se fijan al pasamanos. Huellas sobre huellas, nunca lo único, mucho menos lo idéntico. Intervención especial y efímera que testifica un haber y vuelve los días un hubo. Cuántas veces respiramos y morimos de eternidad, diciendo que sí, que esta vez. A la vuelta está el hadrón, el hielo bajo el sol. 
Y este desierto, cariño, no perdona la sed. 

domingo, 14 de noviembre de 2010

Hubo una vez

No estamos a salvo. Un piso del mundo se desploma por segundo. Miradas se agrietan en el asfalto; áridas de tanto no ver. El tiempo se dobla de un dolor de horas que, tarde o temprano terminará bajo una tumba. Nadie va a rescatarnos. No habrá primeros auxilios para el sol que arde y se extingue. No alcanzarán las plegarias para replegar al mar, cuando avance sobre tus tobillos. 
Ninguna lágrima va a redimir nuestra ansiedad. Ninguna ansiedad va a redimir el alma. Ningún alma va a redimir otra alma. En el sedimento de un sueño se leerá una frase "Hubo una vez". Nacerán panfletos, arengas y visiones. Quizá nos lloren. 
Pero no corazón, yo no voy a esperarme al "pudo ser"; sabiendo que soy, te voy a ser. Si no, cómo pues. 

sábado, 13 de noviembre de 2010

Girasol

Pistilo: raya que espalda y erige la flor. Observa un muro alto y azul, pero no encuentra su tallo. Gira, es mundo; eleva el sol tras un puente amarillo. Su pregunta abeja; gravedad y vuelo que viene del enjambre. El color es una huella de amor en la miel. Donde nueva el fuego, se vacía el agua, ocurre el traslado, la vida. Algo sueña en el fulgor. Es el polen, niño que duerme en la ráfaga. Luz. La vida viaja en el zumbido. Se cimbra la tierra entera; el alma del girasol está pasando.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Divina redundancia

Te habría hecho de arena sólo para hundirme lentamente en ti. Tengo las veces desfilando en círculos; eje donde la vida punza, danza y ríe. Esas veces volcadas en sombra. Veces sin voces. Veces que a veces, y que no. Ahora hago tierra. Estoy poseído de veces que me vician y desdicen. No fueron veces, fueron esquinas y rincones silbando indiferentes bajo faroles inanes. Una, dos, tres, cuatro veces, la vez no vio. Y esta vez ya no habrá vez, como bien lo ves, es redundante pero cierto.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Falso dilema



A veces parece falso el dilema entre ser y no ser; y lo es. También parecen falsas las enredaderas; las astillas y el dedo pulgar que, elevado, pide un aventón. Fuck.
Vida y muerte se erigen desde el mismo lado. Me gustaría llamar a tal desplante, tiempo, ponerle arena, envasarlo, verlo caer una y otra vez. Luna o sol, otra moneda: la suspensión del vértigo.
Ayer, por ejemplo, encendí una hoguera; preparé el sacrificio y tenía que optar: vivir o morir. Claro, no era yo, ni la mosca, se trataba de un rito. Eso de ahí, debía ser nube o caverna, no más. En un momento dado caí en cuenta de que, la tentación de la muerte, la pulsión de tanatos y el arrastre hipnótico de la oscuridad, intentaban guiar el sacrificio.
Estúpida inercia. Me detuve en pleno bullicio para ofrecerle a la vida, y no a la muerte, aquel instante de afirmación.
Fito Paez cantaba Te vi. Cerré los ojos y ahí estabas tú. La muerte había partido, dejando todo en manos de la vida. Tal y como debe de ser, carajo.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

He ahí que la casualidad no te hace casual, ni causal.


El concepto “casualidad” es demasiado deliberado como para haberlo visto atándose las cintas en el parque. Ahí estaba el árbol, pero no vamos a hablar de ello, dado que sería muy formal y lo de uno es casual (no confundir con vestimenta).
En cambio el causalismo es otra cosa. Uno se ata las cintas porque no quiere que la casualidad le ande por el parque. Toma en sus propias manos el calzado y ahí está el nudo. Luego de ello comienza a andar. La vida se apersona y te sigue, es una espía profesional. Tu te escondes, no estás para esos largos silencios de nicotina y alquitrán. Quieres un poco de disturbio para franquear la indigestión emocional. Te han jodido. Te han obviado. Te han reducido a la mínima expresión. Lo nimio y tú, ya ni se saludan. Como para qué.
Y mira cómo es la vida, que se arma y desarma tras las coincidencias. La misma vida que da y quita. La misma que de una u otra forma te devuelve al camino, pasa, llega, queda y te queda bien.
Te la pones y vas al parque. No sin antes verificar que tus cintas estén bien amarradas. No vayas a darte un putazo.

martes, 9 de noviembre de 2010

Pasos en falso

Nada tan falso como un paso. El paso en falso. El paso que falseó el paso. No sé lo que pasa. No todo lo que pasa es paso. Más bien, paso. Más bien, pasó. Esa extremidad, bastón repleto de tendones, arterias. El talón de Aquiles, resortera de propulsión inercial. La infamia del suelo, disímil, desigual, nunca el mismo, pero siempre representando lo mismo: calamidad desplazada. Horas, días, qué importa el orden, el tiempo inmiscuido en la pradera.
Entonces, dime, ¿Por qué te vas, por qué te quedas, por qué miras, porqué qué? No dirás nada "Qué quieres que te diga": Nada. Que hable la vida. Qué hable por ti.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Desidia.

Siempre en el reflejo, imaginando que ese ojo le pertenece a la mosca del instante, que, vuela en giros de tiempo, manecilla negra y mínima. Pensar las cosas, he ahí el imperativo: ese ahí, posterior a toda muerte, también es anterior a toda vida. No decir tanto, esbozar, medir. Permitir que la hoja caiga, que los sucedáneos fluyan a toda velocidad en la imperfección. Organizar la vida en torno a sus fragmentos. Nunca es la misma y siempre es la misma. Insistir en el cansancio, el agotamiento provocado por tanta indolencia. 
Abrir la ventana y sanear el corazón. Está muriendo, está volviendo sobre sí, traza ya una prospectiva: espacio tiempo; abandona toda retrospectiva: se extingue la transversal; no quiere más el instante ensanchado en la indiferencia: esa línea recta al olvido. 
Siempre en el reflejo, imaginando que ese ojo le perteneció a un sueño y que te sales de él con desidia. 

domingo, 7 de noviembre de 2010

Eterno retorno

Debería hablar de amanecer y no de repetición. Pero ahí están las plantas, creciendo en una botella. Ahí están las botellas, cristales petrificados, sin giro. Ahí está la mesa que sostiene a las botellas, donde viven las plantas: su color chocolate y esa manera de rectangular de quedarse y llenarse de polvo. Ahí está el piso que sostiene la mesa, donde las botellas y las plantas se saludan sin mirarse, acaso sin tocarse. Es monótono, mudo, pecoso. Es un piso que si pudiera se extendería hasta el pasillo y no lo hace. El pasillo que besa el piso, que sostiene la mesa donde las botellas y las plantas callan, no es lengua, ni dedo, es un piso amarillo, arena de otro costal que muere en otra la puerta de ingreso. No saldré, no le haré el favor de cumplir ese rito inmundo de abrir, cerrar, buenas tardes, no azote la puerta. No llevaré este adentro de plantas silenciosas, botellas transparentes, mesa chocolate y piso monótono a la vulgar sorpresa de la banqueta, con sus Jacarandas, Tabachines, Arces y Laureles de la India. No sé que terrible giro pueda dar, ni a dónde pretenda llevarme. Me quedo aquí, sentado frente a nada, preguntando todo.
Así será.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Monólogo que Gaby no entendió.


Es lo que te digo
por eso a veces lo mejor es el silencio
aunque abundan ocasiones en las que los silencios dicen demás
es ahí cuando hay que hablar
o cómo?
la otra es moverse en intervalos: silencio, palabra, silencio, palabra
por obvio que suene esto ocurre todo el tiempo, incluso, contra nuestra voluntad
pero para eso está Freud, Lacan y Jung
no yo
pues nada, te quería decir eso
bye

jueves, 4 de noviembre de 2010

Potencial destructivo de un dedo


Se advierte en todas partes, la ausencia de un dedo podría derivar en un invierno nuclear. Al menos, yo lo constato en el ojo redondo del velocípedo. Dejó de parpadear, es un caucho desesperado cuya única mordida me ciega. Siento ya el frío; de siempre me gustó: nacer en invierno me dotó de una cualidad especial para resistir la frialdad.
Pero no tanto.
Distintos fríos aguardan convertirse en algo que no deben. Quieren adoptar el contorno de una banca; desean fijarse como un pegamento a un daguerrotipo; tienen la misión de desolar todo aquello donde el color y yo, nos saciamos de vida.
Así las cosas busco ese pequeño insecto. Debe estar en cualquier mano; ahora mismo quizá hace una señal para que otro detenga su vida y lo lleve; o está acariciándose una herida o simplemente, ese dedo está creando un invierno nuclear.
Mientras lo descubro, voy a arroparme. 

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Cosas sobre tu espalda


La mañana de tu espalda miraba al sur. Amaneció con mi nariz pegada a ella. Se extendía sobre la cama que nos mira morir y renacer en breves dosis de gemidos. Dormía detrás de ti, derrotada y mansa como el musgo sobre la piedra.
La tomé para envolverme en su calor, para dejar de ser el planeta frío que gravita solitario en un mundo tal. Tu espalda es mi pecho que se va soldando hasta volvernos un durmiente tendido hacia la vida, hacia el beso, hacia las manos.
En sus peldaños suelo estar muy bien. Trepo como luz primera sobre el día. En ella, no esta mal saberme vencido, como un ala que prefigura el vuelo. A su lado crezco, me desplanto, me convierto en hombre: tu hombre.

martes, 2 de noviembre de 2010

Marcela Diosdado.

A Marcela Diosdado.



No creo en la hora poniente. Ni en el sol apagado en la retina. Allá o acá, pervive una nube intermedia que bebe de otro río para viajar por encima de los mundos.
El alma ¿Cuántas veces me deshice de ella, arrojándola de la punta de la lengua, desterrándola de la mirada, desdeñándola por ser un eructo de lo eterno? El alma es un puente entre ausencias. Un resplandor que sólo brilla una vez. Es, el árbol que cayó a mitad del bosque.
Pienso en ti desde la certeza de que lo fugaz se hace eterno en la memoria. Un instante sin tiempo. La pura casualidad de haber vivido en un mismo mundo, tantos mundos y que, uno de ellos, por breve que sea, nos haya atravesado.
Descansa en paz. 

25 octubre 2010

lunes, 1 de noviembre de 2010