Detrás de todo hay un destiempo. Amaneces y olvidas apagar la luna. Al cerrar los ojos abres llaves que no corresponden a ninguna puerta. Aún así, piensas en grifos y agua, ducha y ríos; quizá en el mar, que aún recuerda su pasado remoto y desértico. Al inventar el mundo inventas también sus soledades; aflojas la cuerda, caminar es un intento de suicidio controlado; la caída, en caso de suceder, ya se ha verificado. Pero no inventas nada, todo está dispuesto en una larga sucesión de conceptos, preceptos y demás. Sales de ti, para ir a un ti predestinado de la peor manera. No pensemos solamente en lo predecible, pero sí, hagámoslo. Tampoco dejemos de pensar en la sorpresa, pero sí, dejemos de hacerlo. Es el destiempo, eso que provocará que, al caer la noche olvides apagar el sol y debas recomenzar.
La amable explosión esta
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La lenta, casi imperceptible marcha de todo continúa en sus revoluciones y
sus inescapables giros. No hay manera de saber cómo, pero es ineludible el
he...
Hace 2 años
1 comentario:
Mágica, leída a destiempo. Saludos.
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