miércoles, 3 de noviembre de 2010

Cosas sobre tu espalda


La mañana de tu espalda miraba al sur. Amaneció con mi nariz pegada a ella. Se extendía sobre la cama que nos mira morir y renacer en breves dosis de gemidos. Dormía detrás de ti, derrotada y mansa como el musgo sobre la piedra.
La tomé para envolverme en su calor, para dejar de ser el planeta frío que gravita solitario en un mundo tal. Tu espalda es mi pecho que se va soldando hasta volvernos un durmiente tendido hacia la vida, hacia el beso, hacia las manos.
En sus peldaños suelo estar muy bien. Trepo como luz primera sobre el día. En ella, no esta mal saberme vencido, como un ala que prefigura el vuelo. A su lado crezco, me desplanto, me convierto en hombre: tu hombre.

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