martes, 30 de noviembre de 2010

Cosas sobre las gallinas.

No me fío de la mano invisible que nos vuelve peones en un tablero fatal. Tampoco le creo al tiempo que, a golpe de coincidencias incendia mi ánimo hasta reducirlo a cenizas. 
Contemplo con rancia exquisitez, la estúpida fragilidad de mis dientes cuando se cierran sobre las preguntas. Any way: comienza a darme lo mismo todo y nada: los extremos, de suyo agotados, terminaron por cansarme. 
Se requiere una gran vocación de imbecilidad para volar con alas de gallina. Un silencio sería providencial, pero no llegará. Hoy saldré al encuentro de un abismo; pernoctaré en las entrañas húmedas de un cuervo; dejaré que mi náusea ceda con una píldora de carne. 
Total, ya estamos muertos y nadie va a tomarse la molestia de revivirnos. 

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