miércoles, 23 de julio de 2014

I
La vigilia es la hora de los rotos
se yerguen en huesos
luego se deshojan
afirman que el suyo
es un mundo libre de fantasmas.
II
En el vaivén del tiempo
 declina el remolino
su ojo de agua devela un corazón
que no palpita
carne de cañón existencial.
III
El párpado es una red que atrapa la luz
agujero de negra brevedad
hondura que constriñe
ciega y asfixia.
IV
¿A quién transfiguraré en mi ceguera?
¿A quién romperé mientras respiro?
¿A quién destruirán mis sueños?

pregunta el ojo        
exhala el pulmón
dice el hombre.
V
¿A quién devolveremos nuestra inexistencia?

miércoles, 16 de julio de 2014

Parecía luz
y es que
así se presenta la bala

como una interrupción de tu pulso
      un estallido de tu cráneo
  y el último flash  

                 ese que
       perversamente
ilumina tus ojos cuando recibe la muerte.

viernes, 4 de julio de 2014

Tienen en común ese tufo a ausencia que se desprende de los sótanos. No van, solo aparecen. No están, se manifiestan. 

La vida los arrojó de la nada y ellos se juntaron en la inercia. Lanzan anzuelos para que otros gusanos trepen hasta la punta de su existencia y entonces sí, se ovillan, se vuelven un capullo grotesco del cual brotarán mariposas mutantes. 

Por otra parte, no podría ser menos enternecedor el hecho de ver como rascan en la niebla como quien, sin saber, busca a tientas el paredón donde será fusilado. Tristes, pusilánimes, frágiles. Reyes de nada. Personeros de una historia que cada vez más se vuelve una carcajada. 

La risa de la muerte resuella sin eco en su cabezas huecas.

Alzan el cuello, ciegas tortugas, criaturas desesperadas. Se desnudan para meterse entre la multitud esperando que alguien diga: ¡mira, está desnudo! Lo que ignoran es su condición de eructo: crujen y apestan, pero nadie los puede ver. 

Así van por la vida y por la muerte, en la orilla de la existencia. Son marginados que tienen el privilegio de posar para la cámara y decir adiós en tiempo real. 

Patéticos.

jueves, 3 de julio de 2014

Una región llamada antípoda; con flores de pétalos afilados que broten bajo tierra, que esculpa su perdición en la mirada seca del topo. Una región donde los ríos olviden su desembocadura y sea el mar quien escale hasta la lonja invertebrada de la nube. 

Un punto ciego que reúna las miradas perdidas, los parpadeos y los guiños. Un espejo cuántico que teletransporte la muerte. Un reloj sin deseos, que avance detenido. Un polo meridiano donde los náufragos salgan a beber. 
Un horizonte vertical, solo apto para pájaros desilusionados. Una torre apenada de su languidez, que se desmorone para que en sus huesos prospere una colonia de hormigas. Una pirámide invertida que apunte a un sol desconocido. 

Una fe que, sin escalas, nos lleve a lo profundo. Una rendición sin lágrimas. Otro mundo.

miércoles, 2 de julio de 2014

Observo manos que dejan de ser mano y se petrifican.
Detecto miradas
cuya pupila entraña
la violencia de una ventana estrellada.
Veo cuerpos
erigir fronteras donde hubo horizontes.
Siento la sed, —su piel carbonizada—.
Huelo la alquimia del tiempo.
Escucho el sollozo
casi imperceptible
del devenir.
El mundo es un lugar
y en cada lugar
el mundo se torna
una orilla.
De allí vienen muchos
y hacia allá van otros.
En el medio
están los valles
los bosques
y la penumbra donde aun brilla el deseo.

—Ese mar inagotable donde bulle la vida—.

martes, 1 de julio de 2014

Eres la funda de tu móvil. El accesorio de tus lentes. Tus zapatos te usan para andar. Le sirves a tus calzones para no quedarse arrumbados en un cajón. Le brindas regocijo al cinto que te estruja para él relajarse. A tu camisa no le importa lo que hay debajo de ella, pliegues de grasa o un vientre plano. 

Tu reloj no se conmueve con tu puntualidad, sencillamente, quiere que lo saques a pasear. Eres un pasajero más de tu auto y si no tienes auto, eres un extraño que viaja junto a otros extraños en la desenfrenada vida del camión público. 

Para tu cama no eres más que un ácaro más, una masa que suda y desordena las sábanas. La casa se sabe una abyección de la banqueta y la banqueta se asume como una degradación de la calle, quien a su vez, entiende que no es más que la interrupción de una brecha o quizá de un sin sentido. 

La cuestión es que tu cepillo de dientes se burla de tus caries. Que mientras buscas el espejo, él se cierra dejando frente a ti una burla. Entonces, te preguntarás si eres lo que usas o si eres usado por lo que dices usar. 

Cualquiera que sea la respuesta, sin duda se trata de un eufemismo del concepto vergüenza.