martes, 29 de junio de 2010

Primer ajuste de cuentas con la vida.


Heme aquí, abriendo un helecho. Sentado en unos cuantos minutos de espacio, o en un espacio diminuto que se va como tiempo. Quiero mirar atrás y todo es lo mismo: el contenedor recibe la basura con los bazos abiertos; no hay margen para reciclar los buenos recuerdos de los fusilamientos.
Frente a mí, un acantilado dice: “salta”. Es el mismo de siempre. El único que no se va, ni vuelve. Es ese que tiene mi nombre y no te tiene a ti. Es ese que desde hace siglos provoca una risa filosofal que aún retumba en la miopía de occidente: el ser.
Estas cosas no pasan en la vida, pasan en la mente. Este, debería ser un texto que diga cosas de la vida, pero ¿cómo escribir sobre algo que se escapa permanentemente, que enmudece, que muta hasta deformarlo todo? ¿Cómo se agarra ese jabón, esa anémona, esa baba histérica que se regocija en lo inasible?
La vida se vive y la vida se muere. Pensarla o escribirla es hacer una pausa que cuando menos lo esperas, te transforma en cerdo.
Heme ahí. 

lunes, 28 de junio de 2010

Diablos que no.


Habrás de saber que alguien dejó encendida una hornilla. Que el gas ardió creando un flamante diablo. Que dicho animal escapó por la ventana, armado de humanidad. Que se adueño de la vereda, luego de la manzana, después del barrio y así, hasta abrasar y abrazar al mundo entero. Habrás de saber que no intento moralizar desde la cocina, o, porque se me quemó la sopa y el hambre de ti me mata. Tampoco quiero decir que este calor y este olor a azufre, han marcado algo más que un rastro, ni un camino que deba seguir, o al que quiera llevarte, o en el que te invite a sentarnos, para contemplar el infeliz desfile de cotidianidad que no cesa de ocurrir.
No observo dilema en ello. Lo que veo, tiene que ver con algo más simple y pueril, tiene que ver con mis ganas de no ver otra cosa en este mundo que tu llegada, tu ojo de hierba, tu mano pequeña de cangrejo, tus rodilla juntas.
De ahí en más, la vida es una cosa demoníaca que no me va ni me viene. 

domingo, 27 de junio de 2010

Ve tú a saber.




A tus ojos no los habita el muerto que transpira en los míos. No estás como yo, a la mitad de un respiro que en realidad es un ahogo. No hay un sol anestesiando tu palidez de años ocultando el corazón. Tampoco sientes la mirada fría de una calle, mientras caminas cabizbajo contando los pasos, que descuentan los segundos de otro tiempo.
¿Acaso contemplas el efecto de eternidad que sucede al cerrar los ojos intentado imaginarte por encima y por debajo de tu piel, y no sólo desde ella? ¿Sabes que te convertiste en un dónde, en un por qué, en un para qué? Quizás.
A ti no te enseñaron a morderte las uñas detrás del placard. Ni caminaste de rodillas hasta mirar tus huesos hacerse uno con el piso –en esa clase de procesión maldita, vagamente llamada: sueños.
Para ser sinceros, ni a mí.
Quizá naciste mañana y moriste ayer, o en este minuto estás saliendo de una placenta. Quizá solamente no sepas decir “el mundo existe, pero no eres tú”.  O todo lo contrario; o ya lo dijiste y no lo escuché; o no estuve ahí, pasaba, dormía, qué sé yo.
Igual y  tampoco he nacido.
Ve tú a saber. 

sábado, 26 de junio de 2010

De cómo un sábado se va la mierda

Dispone su partida: es una rata infeliz emergiendo de una cloaca. Desciende de un cable que no tocará tierra. Su aspa me toca a mí: el tajo es suave, el dolor es lento, la herida se ha verificado.
La oscuridad lo dilata más que una boca sin pregunta. El ojo, amaestrado en no saber, sabe lo que pasa y sabe que es nada; esa nada que al saberla infecta todo, y no es todo; ese todo que con la nada sirve el trago final: te amo amnesia.
¿Por qué no estás?
Se distiende y estrecha. Se va. Se seca. Se extingue. No Es, o, si acaso, es no siendo.
Hoy me senté a ver su odiosa retirada. Mis brazos nunca estuvieron más cruzados, ni más mudos, ni más olvidados.
Francamente encuentro admirable no haber muerto hoy. 

viernes, 25 de junio de 2010

Viaje el fondo de tu pelo


El viaje tiene su propia cabellera: lineal e incesante. Me pregunto ¿El viento saluda la raíz desde la copa del árbol? Un suceso acampa en otro cuadro vegetal. Afuera, un demiurgo reina detrás del caos.
¿A fuerza?
Hoy te invito a esta pieza turística desconocida: mi habitación. Un eco de mí, habrá de hablar de nosotros –jamás por nosotros. Tú –muda– encima de sueños confusos, dejarás que la piedra ruede.
Quizá, lo que fuiste no tiene respiro debajo de esa cobija roja y rota. Lo que soy cabe ahí, en el ojo de la hormiga: no la pises. 
Sé que nunca estaremos a mano. No nos debemos nada, sólo ser felices. Pero así es el viaje. Comienza en un cabello tuyo. No debe terminar en la punta de mis dedos: ellos ya vienen de regreso.

The wall


Vamos por partes, el muro escala una pared íntima; lengua de otra escala, frontera. Afuera el viento, pared que quisiera ser, nube o árbol. No hay otra cosa en el ciruelo que una palabra hermosa –y un fruto que se come a sí mismo y luego es lanza.
(Yo te pongo y te quito de ese libro que lo registra todo. Libro que hace de la hoja: tronco de respiración –ahí, se vive un nos, que no otros, que sí manos, ama nos.)
Vuelvo al muro: su altura vuelve al espacio, quietud de insecto. Termina en un techo que es muro recostado. Mis pies lo saben: el piso, forma vencida de muro. Mis ojos constatan. Las manos tocan.
El cuerpo, supremo muro, resguarda el corazón: Amar es mi muralla.
Vayamos por partes. Para eso, quizá debí comenzar con un ladrillo.  

miércoles, 23 de junio de 2010

Del sol poniente.


El poniente es un hogar común. De él emerge un templo de fuego que sumerge al mundo en una oración de ojos acechantes. “Hay que extinguirnos ahí” pienso, para luego, renacer de otro modo: en el nudo austral del alba. Hay que sentarse lejos de la gravedad –que un secreto sostenga las venas. 
El pensamiento: liviandad en respiración. 
La hoja y ser eso. 
Abajo del cielo, el destino se cierra: puerta de un mundo aparte.
¿Cómo fuimos a parar así? En un nosotros que se sabe sin ustedes.
Bosque sin ocaso.

martes, 22 de junio de 2010

Es lo que hay.


No hay azar, hay colibríes. Hay tú, sentada en un tiempo verde. Hay junio. Hay memoria del cuerpo que, tras su reencarnación, sobreviene en millones de vértigos. Hay sombras que no terminan de teñirse de distancia. Hay un país con nombre de bruma cayéndose en mis dedos. Hay carreteras que se adueñan brevemente del destino. Hay horas fugaces colgadas de un satélite. Hay señales de un cielo que desciende y se aleja: calca de un mar que se agita invisible en el parpadeo.
Hay esto que somos y no queremos definir. Esto que pasando, se nos queda.

lunes, 21 de junio de 2010

Para entenderse mejor.

Hay palabras que no roban besos. Hay palabras donde no se puede poner una vida. Hay palabras que le sacan la vuelta a la esperanza y resumen en silencio un espacio baldío. Hay palabras que no se dicen. En cambio hay otras, que al decirse, pierden el significado. Hay tribus de adjetivos intentando colonizar al amor. Hay cientos o millones de verbos conspirando contra la realidad. Todos los días se ejecuta a gerundios desorbitados que ametrallan los textos. Los pronombres endurecen hasta mudar en rocas. La sintaxis, esa vieja parafina regresa inmóvil a la vela.

Esta noche, no tuve palabras que agregar a mi forma de verte; de tomarte entre mis manos y besarte, porque así, creo yo, nos entendemos mejor. 

domingo, 20 de junio de 2010

Atardecer




Hoy me regalaste un atardecer “mira el cielo” me escribiste. Vi el poniente, su rugido azul violentado por tonos rojos.
¿Quién lo puso en tus ojos? ¿Quién lo hizo verde? ¿Cómo remó hasta aquí?
Prometí verte ahí cada tarde y así lo haré. También, te dije que tendríamos muchas tardes para abandonarnos a la contemplación de ese cielo que definiste como una gama entre Picasso, Monet, Dalí, Rembrandt.
Sonreí. Lo sabes.
Tu estarás de frente al sol que cae, serás la luz que buscaré para mitigar las sombras que deja la noche humana.
Tomaré tu mano, luminoso haz. Resplandor por doquier. Entre tus dedos el universo es tan basto y tan profundo que me pierdo en él, para hallarme en ti.
Entonces sí, la vida puede continuar.

sábado, 19 de junio de 2010

Adagio impronto


Si lo que quieres 
es 
atrapar mariposas 
no importa 
el tamaño de la red 
sino el número de flores 
donde ellas
puedan posarse.

viernes, 18 de junio de 2010

Luz...



Vela encendida: ilumina y arde la habitación desconocida. Es un rincón distinto, casi absoluto, de todo lo que respira. Eres tú cuando quieres ser tú. Es una carretera de lenguas desdobladas hasta su oído-meta. Es un roce tan ligero, que comienza en cumbres, en orillas, y anuda todo. Es el deseo cuando sabe desear; cuando desea por encima del zip, que baja y sube los escalones de una mente enferma. Es un ciclo que mimetiza el pasado en sombra: más que camuflaje, incineración de infamias.
Comienza y circula. Es otra sangre. Otra costura. El aire se refiere a ello como suspiro. Si respiras estás en el viento y según sé, es quien trae las buenas nuevas.
Te trajo a vos. 

Advenimiento

Llovió. Viajamos en el tiempo. Hablaron nuestras manos en el momento justo en que la ansiedad empujaba el rostro del universo hacia su punto más lejano. Hubo palabras que precedieron a todo. O quizá no, todo estaba precedido, por un silencio de agua, por el vaso y su contenido, por el Decreto. 
Nos mojamos los pies al cruzar esa pequeña cicatriz de vida que corría por la calle. Vimos la ciudad a través del último aplauso de una Jacaranda -antes de regresar a su guarida de aves. 
Nos perdimos y quedamos quietos en una mesa argentina. La vida nos dio su bendición. Ese bautizo exacto en el que alegres, las estrellas se alinearon. 
Te quise. Te besé. Te supe.

jueves, 17 de junio de 2010

Consecuencias de salir sin ti.

  1. Fui a una exposición de arte conceptual que me dejó con una idea: el arte malo es un mal común.
  2. Bailé con varias sospechosas que me hicieron sentir una carnada.
  3. Platiqué con conocidos que me hicieron valorar el silencio.
  4. Acudí a una fiesta donde una chica me vomitó en el brazo.
  5. Me sacaron de la fiesta porque la chica que me vomitó en el brazo, volvió a regurgitar en plena pista de baila -en medio de modelos con cara de culo
  6. Finalmente porque te dije que te quería en mi vida y hoy, querida, no estuviste
El hecho de que me hagas tanta falta no anula tu calidad de cómplice. 
Joder.

martes, 15 de junio de 2010

Rambután.




Ahí no hay misterio.
Por sí mismo el color es una franja del universo; 
es un trópico que abraza una región, 
imitando una brasa.
Emerjo de ahí, a tu boca.
Me pronuncias dulce.
Me sabes adentro.
Saboreas el viaje a Malasia y regresas vestida de ti. 
Rompes mi piel, quedo en tu lengua.
Me tomas preso.
Me sé cautivo.

Quedarme en ti, es la prueba de sabor que te pido. 

lunes, 14 de junio de 2010

Innombrable



Cuando me refiera a ti no será desde los labios; tampoco con palabras; mucho menos con imágenes. No será frente al acantilado humano y su abismo bidimensional.
No lo haré con altoparlantes, ni pancartas. Ni dejándote rota en la servilleta. No lo haré con el control remoto, ni con la remota idea de digitarnos desde el vacío. No será por casualidad: esa ya fue.
Esta vez no quiero testigos. No quiero falsos feligreses. Nadie va a husmear en nuestra sangre.
Te haré inalcanzable y nadie va a encontrarnos. 

domingo, 13 de junio de 2010

Amar y yo.



En nuestro domingo
el sol es un racimo amarillo
de presagios
¿Flota o cuelga?
Simplemente
ahí está
y eso
nos contiene.


Dulce. 

sábado, 12 de junio de 2010

Perdido.


 
    No es por azar que de cuando en cuando, borre mi nombre del libro sagrado (el cielo es un lugar muy limpio); que extravíe mi constancia de paso por el infierno; que traspapele mi pasaporte al limbo (hoy felizmente extinto). 

    Es sólo por casualidad y para el caso es lo mismo: en un mundo sobresaturado, estar perdido es una gracia insoslayable. 

viernes, 11 de junio de 2010

Báilamela suavecita.


       Bailar frente al espejo, entre luces, encima de tu sombra, debajo del cielo, codo a codo. Bailar para traducir en feromonas la música, para convocar, provocar, evocar, exasperar. Bailar por sí, por no y por quién sabe. Mover el esqueleto y arrastrar al mundo. Desorbitar la mirada de quienes te miran y de quienes te soñarán. Infartar el corazón, descolocar los huesos, estropear las articulaciones. Todo quieto, menos tú, menos la avenida T. Alvear, los autos, las personas, las banderas que ondean mordisqueadas por el viento. Todo quieto menos la verga, que se pone dura y furiosa, que curiosea adentró del pantalón. Y mentir, una, dos, tres, mil o un millón de veces, porque ¿quién desea la verdad en el culmen de un paraíso artificial?

jueves, 10 de junio de 2010

La idea.


La idea sirve para coser el tejido humano sin dañar la carne. La acción funde la carne, desdibuja la idea y sella el destino. Hombre y palabra se acompañan en un viaje llamado soledad. La vida es música, y la existencia es un juego de silencios donde el espíritu y la razón, una voz en off. ¿Quién habla? ¿Desde dónde habla? ¿Cómo habla? ¿Qué quiere decir? ¿Quién escucha? ¿Cómo intelige? ¿Cómo responde? 
Una dialéctica del vacío intermedia entre el ser y la vida. Las semánticas no son puentes, son mapas centelleantes en la noche universal. Unos y otros miran ese cielo que se prende y apaga. Ahí radica la ceguera y también la luz y la estela y el flujo. 
La idea sirve para que este viaje no cese.

martes, 8 de junio de 2010

A propósito de la lluvia.


Poseer dos computadores sólo te convierte en un pobre diablo. No asegurar la puerta, más que un exceso de confianza es, una falta de astucia. Dejar de asear la cocina en lunes, no garantiza que el miércoles llegue la persona que te ayuda a mantenerla limpia. Tener una pantalla plana enorme, no aplana tu enorme tristeza, ni tu necesidad constante de evasión. Recurrir a la vulgaridad de ciertos ritos no te vuelve un creyente, más bien te descarna y vacía. Estar a mano con la vida, no salda la deuda fundamental de la existencia, que es: una grieta sin fondo. Cerrar los ojos no conduce al desdoblamiento de la magia, sólo al parloteo de imágenes absurdas.
Repetir el ciclo no es vivir. No hacerlo, tampoco es morir. Todo depende de la forma en que hormes tu nada, a la nada suprema: la inercia y el tedio. 

lunes, 7 de junio de 2010

Mi trenzuda.


Se fue mi lengua. Siguió el rostro de un rastro. O al revés. No importa. En un segundo cambié de lugar. Me mudé del hangar en que tosía, hacia un bosque verde y abierto. Me saqué la escafandra para respirar en su mundo. Emergí de la arcilla con ciento cincuenta costillas rotas.
Mordí mis uñas para rascar mi carne con los dientes. Di un paso atrás y otro adelante. Olí el vapor que desprende el sol al amanecer. Me colgué las medallas de la subsistencia.
Me embriagué tanto como sólo un imbécil sabe hacerlo. Me drogué como un ángel hasta flotar sobre mí mismo. Le aplaudí al destino por haberse convertido en un pendejo a modo: tapete existencial único, atado a una pista de baile bamboleante.
Agradecí  volver a mí.

Fue un cuatro de junio de un año que, en término prácticos, ya es eterno.


Café de piernas

Llevé a Santiago de Chile mis piernas. Regresé con un ejército de pies hinchados. Las piernas son camino y también son llave. Las abrimos y el compás acude para trazar el paso. En tus piernas desplegadas vi una forma de pasar de mi desierto a la humedad. Jamás hubo un trópico como el tuyo. Nunca, una zancada que de tan quieta me pusiera a volar. Te habría llamado chilena, pero no lo supimos. Me habrías llamado mexicano, lo mismo da. Nos perdimos, como grafitos bajo toneladas de pintura en el barrio de Providencia. Luego regresamos cada uno al silencio de un no lugar. 
Andando. 

domingo, 6 de junio de 2010

Ese de ahí

Ese de ahí no era yo. Era él en Recoleta, durante un verano que ardió Troya. Ese día leí a Zigmun Bauman: el amor líquido. Tirado en el césped, descalzo. Bebía un café y fumaba Gauloises rubios y todo me lloraba. Había aprendido a caminar bajo mi propio Berlín. Besé cada uno de los ladrillos que había martillado. Me dejé inventar por la ausencia y el olvido.
Ese de ahí, me anda buscando. No le digan que volví.

sábado, 5 de junio de 2010

Ya

Ya tengo otro nombre. Ya tengo otros ojos. Ya camino en otros pasos. Ya escucho otra voz. Ya huelo un aroma distinto. Ya pienso en una tierra prometida. Ya dijimos, sí. Ya nos extrañamos. Ya hacemos de cuenta que somos uno para el otro. Ya no prometimos estar en nuestra vida. Ya fue. Ya.

jueves, 3 de junio de 2010

Contacto


Las palabras: arrebatos circunstanciales ¿Cuándo comenzaron a olvidarse a sí mismas para pertenecerte? ¿Cómo rellenaron los objetos mirados? ¿Cómo dibujaron conceptos? ¿Cómo se apiadaron de ti cuando la imaginación te rebasó por la izquierda y quedaste absorto?
No están contigo, ni contra ti. Tampoco están en ti, ni en el otro. Son una llaga de nadie, un sarpullido en la comunicación. Las palabras rascan en la bruma alguna implicación que justifique su penosa existencia.
Presuntuosas.
Para decir, prefiero tocar.

miércoles, 2 de junio de 2010

Cuenta cuentos...




Busco en tus palabras la raíz de un eco. Me busco en ellas, sin caer fuera de mí. En el silencio vierto claves para corazones nacarados. Salgo al mundo como si supiera que ahí me aguarda tu herida, la de él, la del otro. La mía no sangra, pero al ser cicatriz también es brasa.
Algo me quema y te quema y no es lo que somos. Los ojos no son trascabos. Las manos no tienen otras manos. La voz viene y va. El tiempo se queda ahí.
Te lo cuento, a ti que estás del otro lado de la palabra.

martes, 1 de junio de 2010

Tantas veces...




Tantas veces eres:

Sombra entre sombras
Porosidad del pixel.
Silueta a dos tonos.
Contorno que escurre.
Letra disfrazada de voz.
Voz atrapada en letras.
Llamada.
Llamarada.
Silencio.

Que terminas siendo:
 un poco de nada
en todos.

Amistad.

Tú, él o cualquiera son el otro. Todo y nada. Cielo o sepultura. El mundo es un espacio virgen donde eliges a tu violador. La palabra es un bien común que termina en mal común. La voz ahogada, la voz impedida se vuelve rumor. Te sacrifican o matas. Nunca hay un villano a la altura de su víctima. A veces la historia no es más que un desconocimiento profundo, o una interpretación fallida. ¿La realidad, lo real? Otra pasión, otra sospecha, otro dolo, otra debilidad. 
En tu silencio se falsea la claridad. Dime lo que sabes, si sabes lo que quieres. El corazón sí lo sabe y se ofrece sin más. Al menos, este corazón que no planea. Por cierto, hablo de la amistad. Esa cosa que para algunos parece incomprensible.