martes, 2 de noviembre de 2010

Marcela Diosdado.

A Marcela Diosdado.



No creo en la hora poniente. Ni en el sol apagado en la retina. Allá o acá, pervive una nube intermedia que bebe de otro río para viajar por encima de los mundos.
El alma ¿Cuántas veces me deshice de ella, arrojándola de la punta de la lengua, desterrándola de la mirada, desdeñándola por ser un eructo de lo eterno? El alma es un puente entre ausencias. Un resplandor que sólo brilla una vez. Es, el árbol que cayó a mitad del bosque.
Pienso en ti desde la certeza de que lo fugaz se hace eterno en la memoria. Un instante sin tiempo. La pura casualidad de haber vivido en un mismo mundo, tantos mundos y que, uno de ellos, por breve que sea, nos haya atravesado.
Descansa en paz. 

25 octubre 2010

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