viernes, 21 de mayo de 2010

Escalabrini Ortiz y Seguí



Allá afuera estaba Palermo. Vi la vida desde el piso 11 de una ventana que miraba hacia Libertador. Por una rendija se asomaba el Río de la Plata, café. Tenía un refrigerador y un espejo, que más de alguna vez me miró con más de cuatro ojos. Inscrito en mi puerta estaba un letrero que con el paso del tiempo se borró. Decía: todo es pasajero.
Yo había pasado ya tantas veces que me acostumbré a ser pasajero. Creo que sigo pasando. Mis pasos posan, pasan y caen a un pozo. La vida también: tendida sobre un palo; mojada; no tiene para cuando secarse.
La sigo vi_viendo ahí.

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