Uno no espera escuchar “locura automática” y matarse. O beberse el tango sin mate. Uno, si puede se hace río y va a la plata sin estirar la pata. Uno no espera verificar en la memoria un recorrido por la Avenida Santa Fe sin estar seguro si el güisqui produjo el sol o el sol creó la noche. Uno nada más va, solamente avanza o se detiene. La quietud es el preámbulo de la melancolía y la melancolía registra la distancia del hombre respecto a su muerte. Claro está, respira, pero ¿puede por sí mismo ese hecho hacer constar la profundidad de lo que significa vivir? Asaltado por la imprecisión he de recurrir a los Rodríguez, pero ¿se puede atravesar el viento sin documentos? Creo que no. El viento es una pared de nadas. Una costra invisible cuyo único propósito es remover el polvo. Ahí estaba, incendiado por no sé qué calamidad. Herido de muerte y de vida, de lo contrario no es real y pues, así cómo, no? ¿para qué contar el tiempo que nos queda, para qué contar el tiempo que se ha ido? Rodríguez, by the way.
La amable explosión esta
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La lenta, casi imperceptible marcha de todo continúa en sus revoluciones y
sus inescapables giros. No hay manera de saber cómo, pero es ineludible el
he...
Hace 2 años
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