martes, 15 de septiembre de 2009

in-dependientes...

Escucho el himno nacional. Mejor dicho lo tocan allá afuera, en una escuela que está a unas decenas de metros. Es un himno bélico escrito con miedo y para provocar respeto en un contexto histórico que ameritaba poner por encima de todo, un protocolo de barbarie, so pena de sucumbir ante otro país. Comienzo a releer Ecce Homo y es como deshojar una margarita. Las hojas que caen encajan perfectamente en el piso. La nacionalidad, el nacionalismo, la patria son esas hojas. El himno dejó de escucharse. Ahora bebo un café soluble que no me produce el necesario bienestar que requiero. Así son los días patrios, iguales a los otros pero con la testosterona patriótica a todo lo que da. Días espejo, días para situar tu nivel de decadencia, para interponer indiferencia al júbilo vulgar de la masa.
¿Independientes? Qué carajos es eso.
Viva la dependencia, la codependencia, la incapacidad de dar un paso sin que la mano del otro te ayude a transitar de un punto a otro. Y muera, sí, la senil visión de cada país como isla y cada isla con su mar.
Al final de cuentas somos humanos, demasiado humanos.

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