jueves, 1 de julio de 2010

Mejor.


Uno elige el abismo. Lo besa. Se ciñe a ese lento caer, adentro del corazón más negro de la pena: el que más ilumina la vida. O no. También se puede voltear atrás, dar la espalda, congelarse cálidamente en la contemplación, y disfrazar de vida lo que en realidad es, una muerte simulada.
Yo soy de los que caminan a ciegas sujetado a una mano. La tuya. Soy el que respira directamente de tu nariz. El que la toca. El que bebe de ti. De tu boca. Quien se arropa de tu piel.
A mí, el miedo no me ladra. Es un viejo sentado en la acera de enfrente. Conmigo viene, está y sucede la vida.
Conmigo, te tienes mejor.