lunes, 19 de julio de 2010

Puerta..


Una vez, frente a una puerta, no tuve más ojos que dos pies. Así me vi caminando y caminé viéndome partir. Respiré al tocarla. Bendije con besos ese oír, que el tacto producía al abrirla. Entré saliendo, sin dopar el discurso de paradoja alguna. El piso caminó conmigo. Forjé metros de nubes y huesos, sobre el friso reticular de esa andanza. Le di vida a un tipo de carne que nacía ya atenta al diente. Nombré un animal no improvisado en las siglas del ser. Hice latidos y fuegos de ave Fénix. Colmé de sentido la breve, pero fugaz, canonjía de la búsqueda.
Aquella vez, en aquel umbral absoluto, supe lo que era hacer y estar en la historia.; supe también pararme en dos pies y seguir vivo sin respirar por otra razón que fuese, llenarme los pulmones.
Al cruzar, cerré la puerta.

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