martes, 27 de julio de 2010

La importancia de ser entomólogo


Puedo dejar que revoloteen en torno a mí, cualquier cantidad de insectos. Soy un foco de cien watts que los atrae. Me siento por horas en esta silla a la que quiero comenzar a llamar colina, pradera o algo parecido.
Uno debe inventarse o reproducir el mundo, así nunca haya salido de la cocina. La cosa es, que no es fácil consolidar un régimen existencial adecuado para las termitas, para los ácaros, para las moscas, moscos y hormigas.
¿Por qué nadie se fijó en mí a la hora de domesticar a las abejas? Habría sido por desdén, soy un entomólogo natural. Quizá Kafka lo sepa. Tal vez mi metamorfosis comenzó cuando comenzaste a tratarme como a un gusano y me dejé pisar por tu afilado tacón del diez.
Quizá no y no importa. Las cucarachas lo comprenden desde el patio, o desde mi corazón que se orea en el patio.

10 comentarios:

La Otra Maja dijo...

Me reí mucho,
que agridulce.

Aquí su pendejo dijo...

Je. Perdón, me estoy quitando un escarabajo del zapato. Ahora te respondo como es debido.

La Otra Maja dijo...

Rey de los artrópodos

Aquí su pendejo dijo...

En efecto. Autoridad no reconocida, que sufre por ello.

La Otra Maja dijo...

Si se le reconoce se convierte en tirano y los insectos querrían escapar de su reino

Aquí su pendejo dijo...

Lo han hecho, sin que haya sido yo ratificado como su líder absoluto.

La Otra Maja dijo...

Este público indescifrable, regresa siempre.
A poco no?

Aquí su pendejo dijo...

Eso espero. Mi vida no sería igual sin la presencia y aroma de las chinches invadiendo mi colchón. Succionando mi sangre mientras el sueño profundo me aprehende.
Ahora rezaré por ello.

La Otra Maja dijo...

Síncope Blanco, Síncope Azul...
No se ponga Cerati usted también.

Aquí su pendejo dijo...

No. Tampoco me pondré ser a ti.