martes, 27 de octubre de 2009

Con sabor a Blake

Nunca tan despacio. La prisa es una escama exfoliada del tiempo. No tan rápido. La lentitud desprende olas de ansiedad. Detente. La quietud presagia otra persistencia. Anda. Seguir es desollar lo inmóvil. Los pies son árboles. Las piernas humo. Deja la tierra. Olvida el cielo. Sé cuerpo. Sé aire. La dualidad es una concentración del ser, afirmada en la división. Porque en todo caso lo múltiple; el fragmento como imagen parcial necesitada; lo que explota y es un sí mismo en respectividad y no me olvides. Hay que erigir un reino donde la minucia signifique el desprecio. Una banqueta solitaria representa el triunfo del miedo. Los pasos, la elevación, el quedarse: sangre del proceso, carne del instante. El desistimiento activa la soledad; el dragón ha de alumbrarse mientras incinera todo. Haz que pase, nada. De luz, todo. Dos disparos disueltos en la bala perdida, contrariada, del hechizo. Uno reniega cuando lo otro se reafirma; por eso no podemos circunstanciarnos, sernos, habitarnos. Por eso. Alteridad. Y que la historia nos des-cuente. U otra cosa.

1 comentario:

Adrián Naranjo dijo...

jeje.
Estupendo che, me fascinó.
Abrazo.