sábado, 3 de octubre de 2009

Homenaje a Groucho Marx II

¡Vea usted que tarde tan hermosa! Lo único que falta para que sea perfecta es quedarme a solas contemplándola.
Imagínese usted el gran valor de la libertad. Una vez que lo haya hecho podrá perderla sin dolor.
Sentí un terrible remordimiento por haber faltado a la cita. Tuve qué consultar el diccionario para verificar por qué eso del remordimiento me provocó tanta risa.
Intenté chantajearle diciendo que “mi salud estaba por los suelos”; intentó convencerme de que su médico cobraba barato, pero que igual, chau.
“Eres un desalmado”, le dijeron en la calle; a lo que él contestó “y qué culpa tengo de ser indígena”.
Estaba tan pero tan callado que su silencio salió corriendo con el primer susurro que escuchó.
Los hombres de negocios son menos interesantes que sus negocios y apenas más soportables que sus esposas.
Era un témpano hasta que se derritió por el calentamiento de una noche global.
Disculpe usted que sea honesto, pero no encuentro una mejor forma de mentirle.
Si usted no es culpable de existir ¿dónde carajos escondió su inocencia?
Me prometo a mi mismo no volver a ver mi prójimo como un retrasado mental. Lo dejaré en un retrasado natural o en un retrasado a secas.
Los milagros son de tan mal gusto; luego de nacer, uno debe darle descanso a Dios.
“Cada que respira me provoca una erección” Él; “Qué romántico” Ella; “En realidad pensaba en el cadáver de mi ex mujer” Él. El funeral estaba ameno, ni duda cabe.
Hay tantas personas solas en el mundo y usted y yo terqueándole.
Lo que no mata me fortalece, pero con usted no correré el riesgo de fortalecerme.
Todos merecen una segunda oportunidad en la vida, pero muchas más en la muerte.

1 comentario:

Adrián Naranjo dijo...

Me llevo varios. Algunas victimas merecedoras de sopapos verbales. Informo resultados.
Abrazo.