viernes, 9 de octubre de 2009

eufemismos frente al cadáver...

Ahí donde la piel se heló queda la vasija de un nombre desmontado de la vida; donde los ojos miraban, quedan dos espejos inmutables a los que ningún fantasma se adhiere; donde las articulaciones formaban hábiles geometrías prevalece un tronco seco que se astilla; donde los puños aferraban la existencia, tiesas falanges estrujan el vacío; donde la boca vertía el magma del beso yace apagado un volcán sin impulsos; la lengua dejó de ser un pájaro de alba, sin alas, quedó muda; donde el aire iba y venía en un tobogán de ilusión, quedan las fosas nasales asfixiadas; donde los hombros, una vez máquinas vigorosas, movía su porción de mundo queda un molde quebradizo; donde el vientre, casa del fuego, incendió otro vientre no queda chispa; donde las rodillas, otrora altivas brincaban todo, quedan dos tallos cortados; donde los pies, esas bestias incansables llevaban a cuestas los días, quedan toros estocados.

Ahí donde el rictus de la ausencia evoca la oscuridad, dedos invisibles tejen un manto que de a poco, desmorona el cuerpo hasta esparcirlo en cenizas; donde lo inerme esculpe el olvido se verifica la obra de la nada; donde la vida escupe la muerte renacerá otra saliva.

Ahí donde la muerte instaura su tiempo: una sombra sin lenguaje, comunica a la tierra que una historia ha terminado.

Rígido como el pene de un ahorcado, lo que una vez fue humano se reencuentra con lo que siempre fue: materia destemplada, una nada en curso de colisión con el muro del olvido.

1 comentario:

Adrián Naranjo dijo...

Petiforro, tu pensás que ya está muerto y no lo sabe. Yo creo que se está muriendo y el miedo lo paraliza.Ambas son ideas tiernísimas y de alto contenido poético.
Me gusta: "Una sombra sin lenguaje comunica la tierra que su historia ha terminado".
Abrazo.