jueves, 10 de septiembre de 2009

sobre los divanes

Una ducha copiosa de silencio envuelve a quien sabe que su alma no tiene dueño. Para que la roca llegue a polvo ha de pasar sobre ella el universo. El tiempo que te toma asentarte en la existencia lo recorre la verdad en un parpadeo. El aire no es más que un protocolo de salvación, una impresión, el zigzag que viene y va de la superioridad a la caída. Y tras cada respiro se ensancha el diván en que confiesas que el mundo, no es un lugar para ti.

2 comentarios:

Adrián Naranjo dijo...

Fuck.
No estaba preparado para esto, petiforro.
(me inclino respetuoso).Buenísimo.
Abrazo.

Aquí su pendejo dijo...

gracias Cronco, uno no está preparado para darse cuenta que está de más entre los otros...
la fría consigna universal se verifica lenta e irónica en cada ser vivo...
abrazo