martes, 10 de agosto de 2010

Muerte vulgar.


Saqué más afuera la ventana. Expandí esto que, en otras palabras llamamos hogar y que yo defino como silencio. Corrí la cortina, la mirada, la nube: había que ser horizontal. Me puse ahí, en el blanco y esperé el disparo.
La realidad es cobarde, pensé, nunca va a matarte de frente. Quise entonces tener una espalda más ancha, salir a la calle vendado de ojos, quedarme quieto más de treinta segundos ¿O cómo sería, cómo ocurriría mi asesinato?
En cambio la vida es rica en métodos para reducirnos a polvo. Lo hace a veces desde el color del Tabachín. Lo hace en la mueca de un perro. Te mata mientras respiras. Te bebe y luego te desfoga en uno de sus tantos drenajes.
A estas alturas, tendré que pedir una muerte vulgar. Una muerte de humano. Una muerte sin chiste, de caída en el baño o de asfixia causada por un bolo alimenticio.
Pinche vida, pa lo que me gustabas.

2 comentarios:

Mechi.- dijo...

Nunca pense en la muerte...

Aquí su pendejo dijo...

Lo entiendo, es un tema demasiado manoseado por los vivos, que ya da fiaca pensarla :)