lunes, 16 de agosto de 2010

Forma correcta de comenzar un Lunes


Salí a fumarme a la terraza. La terraza mordía una pipa. Salí para que algunos pensaran que iba entrando. Por ejemplo, aquella monja; caminaba hacia el norte envuelta en un muro impenetrable de tela azul; lenta, como si cargara a dios en la espalda.
Salí y entré de mi memoria con la lengua, con las piernas, con el sueño; acostado, de pie, arriba y abajo; húmedo, acelerado, sonriente, seco; desdoblando capas, dimensiones y mundos, en un ritmo sincopado.
Salí para ver si era cierto que las mañanas pertenecen a las aves. Entré para darle un nuevo sentido a una taza de café. Para untar de chabacano la panacea de las ocho y treinta y también, para orquestar una guerra contra el silencio.
Cogí el “Libro del anhelo” –oía tu vida entre una lluvia falsa, en ciertos objetos, tras los ecos que las cosas dejan–; unas letras revelaron de otro modo mi entrar y salir. Hablaban de un hombre oculto tras un monje. De un hombre que recordaba a una mujer al recordarse a sí mismo. Este hombre había huido del mundo. O eso creía. El mundo está en el ir y venir. Entra y sale y queda.
Esta mañana de lunes, el mundo decidió adentrarse profundamente en mí. Lo recibí sin salir. Lo dejé estacionarse. Quiero que se quede ahí. Y ya. 

2 comentarios:

Mechi.- dijo...

Lindao plan para una mañana en un lugar lindo...

Aquí su pendejo dijo...

:)