miércoles, 14 de abril de 2010

Un ron.

La noche no tiene historia. Es un cigoto apenas aferrado al útero. Es Aretha, es Amy, es Nina. Son esas voces en la voz. Las otras. Siempre otras. Veces y voces. Nada que un ron no pueda arreglar. Un trago en seco para dejar que las rocas sigan en el risco y queden ahí, como el eco, martillando la nada. 
Esta noche sin historia oí decir que el tiempo pasa. Cierto. Pero nadie dijo que no sigue un curso. Justo cuando escuché fly me to de moon, pensé, fly me to de room. Pero no había nadie. Había nada, en seco, of course. 
De ahí que llegue aquí. A mi aquí tan no where. A este punto que me parece una orilla de falda larga. Tome asiento y retome una de tantas listas-tontas de música, que le dan a la historia sonidos. 
Tonos que duermen al eco sin sedante. 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

dormir.con espacios, comas, profecías escritas en la no libreta, en el libro. y luego despertar en las voces -que sin darse cuenta - prestaron realidades.

"Yo quiero que la frase ocurra" Lispector.

Javier Raya dijo...

Decía Ibsen, o lo soñé, que sólo es fuerte el hombre que está verdaderamente solo. Lo sabía Góngora, y lo sabe todo hombre solo con su trago en la madrugada, ahogando algo en la música sola que no ayuda a la soledad, y que extrañamente no termina de redondearla; que sin ser presencia la sentimos fantasmal, y que en esa inmaterialidad delimita claramente la zona de la soledad. A las rocas damos, como prometeos.
Perdón por la parrafada, doc. Aplaudo la obra de fragmentos.
Abrazo.

Aquí su pendejo dijo...

Don Javier, creo que la verdadera soledad es la del pensamiento y en esa estamos.
abrazo