jueves, 8 de abril de 2010

América no.


Fue Nueva York, dos veces. Una de jazz y la otra de verano. Yo era un diamante en bruto y ellas pertenecían a mi idea de volar. Entonces la ciudad se desplomaba, como ahora, hacia arriba. Y el Central Park y el meat pack district contaron historias distintas. Una de cal y la otra también.
Yo había sido Buenos Aires, una, dos, tres veces. Otro verano, para muchos frío. Tan Palermo y Belgrano. Tan los barrios. En épocas donde el llanto era un aviso de ocasión y donde las lágrimas se vertían como lluvias estacionales. Luego fui invierno, en un verano que no viví y luego otra vez otro verano que empapó mi idea de sudor y mosquitos. Otros llantos llegaron como llantas por la calle. Una madrugada de linaje largo y ecos del Cocodrilo. Con no sé quién y no sé cómo, pero reímos o creímos reír bajo el rencor oculto que crece al olvido.
Y así seguí. Fui Sao Paulo entre ruinas que tenían tatuada la miseria humana. Fue Floreanópolis y Garopaba. Fui Colonia detrás del río café y también Montevideo y una librería. Fui Santiago con un Neruda insólitamente solitario en mis venas. Fui Viña del Mar y ese diente cuneiforme que muerde la costa del pacífico. Fui Valparaíso detrás de cada perro callejero que husmeaba en el mercado. Fui el recuerdo. Fue en América. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

... "Recuerdo el mar.
Soñé estar aquí... y no recuerdo despertar"....

El Sur.
Sur. Sur.
...sólo los que han estado en el sur entienden lo que se siente.

Aquí su pendejo dijo...

Ahora se escucha a Cerati. Él sabe lo que usted dice. Maga que amaga.