La
ventana es encuadre de la fuga. El ojo se ajusta a una geometría específica que
desajusta el horizonte, al tiempo en que reajusta la realidad. Cualquiera de
nosotros es una ventana. Las hay que,
debido a su posición no pueden mirarse. Hay otras que se estudian sin mediar
palabra, por días, semanas y años, solo porque se tienen de frente. La mayoría
de las ventanas tienen el corazón de cristal. Basta el estallido de una piedra,
el vuelo equivocado de un ave o la invasión silente del frío para quebrarlas.
Yo
llevo una ventana adentro, una que el ojo no atina a abrir o cerrar, una que nació
sellada o rota.
La cuestión
es que nunca me he asomado a la vida por ahí, solo al dolor.
La cuestión
es que quizá se trate de algo más que una ventana, pero eso, nunca lo voy a
averiguar.
1 comentario:
"Yo llevo una ventana adentro, una que el ojo no atina a abrir o cerrar, una que nació sellada o rota." leerte es asomarse a una ventana, q nunca se sabe a q jardín maravilloso da... Beso!!!
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