domingo, 4 de septiembre de 2011

Buenos días.


Este abismo tiene cada uno de mis rasgos. El rostro rompe momentáneamente el anonimato, de ahí surges y vuelves a la nada, a la bruma digital, o a la inmensa crujía de los unos y los ceros.
Este abismo tiene mis manos. Los dedos rompen momentáneamente la ausencia, advierten y constatan el ir y venir de lo sensual al vacío. Manos que se devuelven al hueso. Manos que avanzan a la bruma.
El abismo es un cielo reversible y revertido. Las nubes asisten de otro modo. Las montañas se han precipitado y lucen cóncavas. La línea del horizonte dobla las rodillas. Lo paralelo y lo equidistante beben en lo intermedio. Equilibrio insospechado. Laguna de vidrio. Ombligo considerado derramado.
Este abismo presagia que allá al fondo, amanecer es redimir una mancha oscura.
Buenos días.