miércoles, 13 de octubre de 2010

Ciclo.

El cielo se cierra en torno a un nervio. La falange acomete contra el árbol de miradas -deshoja la calle. La vida, quieras o no, es el malentendido en que todos nos movemos -anchos o delgados, folículos huecos de una cabeza de alfiler.
Allá, una sombra desplaza una sombra. Por acá, el pesado cadáver de un segundo pisa fuerte pero no pasa, ni queda: se esfuma.
Nada está quieto. Nada está. Nada es. Nada.
Por mínima que sea, toda vibración hace temblar una piedra.
Así también, a veces el alma tiembla y se acostumbra a pernoctar en el adiós.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sentido...
uffff