sábado, 15 de agosto de 2009

disculpe usted que no me vea

Afuera y adentro la sinfonía se resuelve en una dialéctica irrefrenable, juego de equivalencias y espejos, atadura invisible de la cual no podemos zafarnos. El placer de ocultar y mostrar, navegan con el dolor de ocultar y mostrar. Uno es aquel y ése; el de la esquina y también el de la orilla. ¿Uno es respecto o es por sí? En una lógica de mundos, el ser, es dentellada accidental, y ser es lo inexpugnable. La risa pública alberga la amargura privada en sucesión y contraposición, en escenificación y verdad. La libertad es un eufemismo del azar, la historia es la condición de la condena y la realidad un hábito miserable. La contemporaneidad está definida por la capacidad de huir a través de rendijas cada vez más anchas que buscan dividir lo que siempre ha estado diluido en un río revuelto ¿orden y necesidad, categorías de análisis, segmentación social, mercados? Hemos verbalizado la necesidad de ser únicos y nunca fuimos tan tristemente iguales. Fracasó la cultura, la política y el dinero como vehículos de identidad. La desnudez esencial se colmó de la baratija de la real. Creímos que la exposición de lo que significa ser humano abatiría la simulación y terminamos conduciendo la experiencia humana a la mera acumulación de lo aberrante.  

1 comentario:

Adrián Naranjo dijo...

Y con esto queda definido que vos seas mi filósofo favorito.
Aunque esto por supuesto, no signifique que esté de acuerdo claro.
Abrazos petiforro.