lunes, 30 de mayo de 2011

Fulana y las bugambilias.


La primavera había llegado. 
Recuerdo que temí sacarla del rincón en el que, decía ella, “Construía un mundo mejor”. Pude convencerla de asomarse por la ventana para contemplar la bugambilia que, como jauría desenfrenada, florecía para alimentarse de colores. 
Sus ojos se petrificaron, pero ya no eran tristes, eran otra bugambilia, otra primavera. 
Dicho esto, me eché sobre sus ramas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Salgamos a la calle querido, -le dije una tarde- quiero ver que nos dejó la primavera. En otra opotunidad, contestó. Todavía no hemos escuchado juntos "las cuatro estaciones". Escuchemos a Vivaldi y luego subamos al tejado. Deseo ver el atardecer, insistí. Asómate a la ventana, me dijo sonriente. La bugambilia naranja, te contará los secretos del sol. Tomemos aire en la terraza, dije seriamente. Fumemos en la cama, replicó. Arráncame de una vez esta falda estampada, que compré para tí. Sin lluvia no hay primavera.