Una a una, fue devolviendo las cosas a su lugar. Comenzó arrancándose el cabello; siguió con la piel, que rastrillaba hasta sangrar; después, desconectó sus músculos como a una máquina vieja, o un motor; continuó con los tendones: producían un sonido de globo estirado, música de caída; luego, descoyuntó sus huesos hasta quedar reducida a un tronco, la rama derecha alzada hacia la nada . Al final dejó el corazón y sus terminales nerviosas. Por ningún motivo quería que la gente creyera que estaba desesperada o que, su acto de desaparición era también un acto descorazonado.
De todo un eco
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Un libro que te regrese a tu vida, que se entreteja en tu respiración. Que
se imprima en tu DNA. Que te entregue todos los capítulos y te ceda las
llaves d...
Hace 6 años
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