lunes, 28 de diciembre de 2009

caminante

Caminar es producir una metamorfosis donde el pasado toma un lugar distante y al mismo tiempo cercano pero donde la constante es la ausencia. Para el caminante, la reconstrucción muta en deconstrucción; el edificio del ser se diluye en la nostalgia; sucumbe, se desploma cual ave. 
El caminante se apropia de un mundo de fantasmas donde los vivos son la escenografía q se desmonta a cada paso. No importan, ni importaron.
No hay nada mejor que caminar cuando el sol se va poniendo. El ocaso es una cumbre fotográfica q capta la esencia de la tristeza; la partida. A cámara lenta, el peatón reproduce historias sin autor; efecto punzante y melancólico; zarpazo de un tigre confuso, traslúcido que se marcha. 
Hemos impregnado cada espacio con algo de nosotros y el espacio responde a golpe de colores, olores, sonidos, formas: ausencias implacables. Para el caminante, el paisaje es un manantial que permite llegar al fondo de todo; el vértigo de la mirada se vuelca al interior: el flash. Cuando caminamos, aúllan los sentidos; el peatón es una variable inobjetable de la relatividad del tiempo; una donde la vida escurre, gotea. Al final, caminar es un método cruel para producir recuerdos, ideas y uno eficaz para reproducir la existencia.

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