miércoles, 31 de agosto de 2011

Con cariño a esos hijos de puta.


Te rompieron, amor. Hicieron un doble nudo en tu corazón. Te pisaron. Tiñeron de negro tus contornos. Escupieron lo más sagrado. Pincharon tu sol cuando lo elevabas con tus manos. Soltaron en tu mirada todos los cuervos. Quemaron tus labios. Golpearon tus oídos. Machacaron tus dedos. Encadenaron tus tobillos. Hirieron tu vientre y tu espalda. Secaron tus lágrimas. Atomizaron tu aliento. Doblaron tu voz y tus palabras. Te arrancaron la fe. Te arrancaron como un tronco. A ellos, amor mío, maldigo.
A ellos, odio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tardé mucho tiempo en preparar mi infusión a base de raíz de mandrágora. Solo me queda dormir y cabalgar en tus sueños. Al llegar a ti, sacaré 3 pañuelos de mi bolsa, impregnados del más sutil de los aromas. Colocaré uno blanco sobre tu frente, sentirás que ya no regresas. Se borrarán todos tus recuerdos, al comienzo será una atrocidad. Luego sentirás un descanso. Colocaré un pañuelo rojo en el lado izquierdo de tu pecho. Sentirás que tu corazón se detiene, verás una pequeña semilla con el tiempo crecerá. En tu delirio sentirás sed y entonces colocaré el tercer pañuelo, negro como la noche, vestirá tu lengua y borrará todas las maldiciones que alguna vez salieron de ella. Al despertar bendecirás el mundo, la vida y ese nombre prohibido.

Carlos Zarzalejo dijo...

Excelente.