viernes, 26 de agosto de 2011

Supresión.

Habla la asfixia. Escribe el sinsentido. Se trasladan aquí, condensadas en signo, todas mis llagas. Llegan en caravana, orgullosas. Adoptan su máscara y se despojan del rostro. Al entrar en mí todas hieden igual: se llaman absurdo, me reclaman de su propiedad. 
Yo busco inútilmente crear un refugio donde no entre yo. Un refugio contra mí, para mí. Lo prefiguro de muchas formas. Tiene calles, saudade, bullicio. Tiene alas y huecos. Tiene océanos líquidos o reticulares. Pero no me tienen a mí.
El no hombre, el residuo del espejo, llega y ordena el caos. 
La noción de infinito y la de finito coinciden en una cosa: temporalidad. A su vez, esto último concluye en una cosa: supresión.
Allá vamos.

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