miércoles, 31 de marzo de 2010

consecuencias de la fiebre

Viví un año completo durante la noche. Me multipliqué dando vueltas por la cama sintiendo que la muerte rondaba cerca de mis calcetines. Sudé lo suficiente para salvar un río en el Sahara. El control remoto perdió toda propiedad de salvarme.
La madrugada comenzó a las cuatro de la tarde de ayer y culminó hace unos minutos. Ahora busco palabras para mitigarla. En mi ansiedad invoqué hasta al dios más minúsculo. Una virgen sin muslos. Al ángel de los electrolitos. Al Titán de los cigarros. A una carretera de cocaína.
El tiempo se las arregla para pasar y también para que el cuerpo recobre coherencia. Ahora camino mejor, enfoco, toco, e incluso pienso. No sé cuántas píldoras faltarán para que este pobre niño de treinta y seis años se cure del todo.
Mientras eso sucede, resisto.

2 comentarios:

Larva ♓ dijo...

Las batallas nunca se terminan, qué le vamos a hacer ;)

Aquí su pendejo dijo...

Y menos cuando luchas contra putos bacterias... joder.
gracias.