viernes, 27 de noviembre de 2009

homenaje a mi padre

Comencé a nacer ayer hace setenta y un años. Entonces era nada, pero sin esa nada que fui, hoy no sería. No sé si hacía frío. No sé si fue en una habitación blanca o verde. Ignoro si hubo una ventana para que el mundo aplaudiera el milagro de esa vida. No sé qué manos recibieron aquel cuerpo, cómo fue su llanto, ni cuántos ojos se abrieron más de lo común; cuántas bocas exclamaron un ay de esos que luego dejan lágrimas. Yo comencé a existir desde el primer momento en que esa indefinición surgía, en esa belleza flotante que nos envolvió a todos. Entonces no era sueño, pero comenzaba a trazarse mi propio diseño. Vista así la vida supera su misterio para volverse promesa. La vida como antecedente de ella misma, como prueba superada, como un eterno volver y proyectarse. Soy lo que otro comenzó a ser, y antes de él, otro también lo definía cuando tampoco era. Eslabonados atamos la eternidad en la semilla. Renovamos la historia. Prolongamos el ser. Sueño ininterrumpido. Sí mismo encadenado secretamente. Ilación celular. Soy hijo

1 comentario:

Adrián Naranjo dijo...

Hermoso ché. Deveras.
Abrazo y felicitaciones a tu Padre.