domingo, 27 de marzo de 2011

Yo no.

Érase algo. Polvo que piedra. Halo y rastro. Trayectoria sin quizá. Un punto, y aparte, la sospecha de lo lineal. Hay que decirlo: fue. Entonces pasó de lo dinámico al reposo. Equivocado de ala y también de viento. 
Pero firme. 
Monolito acostumbrado a ignorarlo todo: el tráfico invisible del viento, el embotellamiento de pájaros en los árboles, el lento e inconsecuente quedar de una nube rasgada, el apacible y vacuno pastar del horizonte. 
Quieto. Así se definía o quizá, así se indefinía. Lo cierto es que se quedaba clavado de una orilla, paladeando la estaca muda en la boca rijosa. Inmóvil, quieto nuevamente. Un tanto muerto o quizá, medianamente vivo. 
Quieto, inmóvil y petrificado. Eso de ahí. Eso de aquí. Un allá o lo más cercano a él. Siempre próximo. Impávido. Erosionado. 
Érase algo.
Yo no.

1 comentario:

Clarice Baricco dijo...

Es un placer leerte. En serio. Hombre que nació con las letras.
Abrazos.
G