martes, 8 de diciembre de 2009
potencia y acto
lunes, 7 de diciembre de 2009
eso es todo.
Un salto al vacío, fuga centrípeta del alma. El calor y la fusión, confusión de la piel. El cielo es un sistema de hielo sudado. Las alas del diablo son escamas de ángeles dormidos. No hay rodilla suficiente para hincarse ante la nada. No hay palabras para embellecer el sueño. La suerte ha de ser un borde de la voluntad. Cada idilio conforma un silogismo y no una esperanza. En la comisura del tiempo la inmovilidad anida discreta, la palabra juega a ser un acento del espíritu, el fuego es ciego, la luz ingenua. El tiempo es la vida que se desprende de a poco y nosotros somos el tiempo inquieto que la vida deja pasar. Y eso es todo.
domingo, 6 de diciembre de 2009
Chapala

viernes, 4 de diciembre de 2009
encarnación del mal
jueves, 3 de diciembre de 2009
trampa

Hay una paz artificial, hija del sonambulismo, efecto de la sombra, disfraz de la alborada. Hay una paz que inverna en un falso diciembre; la quietud de la nieve oculta la avalancha: fruta de aparador, descarga de muerte. La guerra en su esplendor. El engaño consumado. La verdad descubierta detrás del carnaval. Nada hay aquí que dibuje un firmamento. El desierto se afirma en su fugacidad. La costumbre de aspirar el polvo y la aridez. El paso de la tormenta anuncia desaparición; los escombros, penumbras.
Vivir es caer en una trampa.
miércoles, 2 de diciembre de 2009
siempre y nunca
Siempre y nunca suenan igual: a nudo en la garganta. El casi, augura interregnos. La eternidad es un prolegómeno atascado en la pluma. El instante es el lobo del hombre. El segundo, un ave de rapiña. En cada vértebra del tiempo se fractura la fe, se factura la desesperanza ¿Quién se atreve a contar una historia sin congelarla? La muerte es dios entrando en la vida. Antes nada: la pausa donde quedas a merced de la bala. El sonido que produce la pisada de tu sombra. El ungüento que embalsama tu corazón muerto. ¿Cuándo naciste? Preguntas, acaso respondas “tal día”, sabré que no has nacido. Se nace luego de vencer el prejuicio de existir. Y quizá hayas escuchado decir “yo sí existo” pero la materia sólo es evidencia de corrupción. Entonces buscarás allá, donde el vacío electriza la imperfección y afirmes “soy” pero ¿acaso la nada no es? Y después de eso, sólo después de eso quizá nazcas y puedas decir siempre, nunca, casi.
Quizá.
martes, 1 de diciembre de 2009
Cómo llegar al silencio...
Sin hacer ruido. De preferencia descalzo. De día o de noche, pero siempre encaramado a una sombra. A paso de hormiga. Por la frontera oeste. Tintineando. Sin apretar la mandíbula. Sereno. Con los ojos bien abiertos. Sin pestañear.
Se llega de a poco. Con la piel colgando de un gancho. Gramo por gramo. Centímetro a centímetro. Amontonándose en un rincón o detrás de la puerta. Cerrando bien las cortinas y las llaves de paso.
Se llega con sed de palabras. Con agujeros por donde escapa el alma. A veces sin intención. Por destino manifiesto. Se llega mintiéndole al grito interior. Se llega estampando una firma. Se llega en los poros que sangran y en las papilas gustativas.
Se llega aún cuando ya se estaba ahí. Anticipadamente. Como recuerdo. Se llega como plegaria y por norma oficial mexicana. Se llega a solas y sin descanso. Se llega por que se ha de llegar.
Se llega íntimamente. En los álbumes de fotografías. En los discos. En las películas. En el sorbo de té. En el soborno del tequila. En el acto repugnante de callar. En el acto sombrío de despertar. Sin coincidencia y con obediencia. Con habitaciones vacías. Sin inteligencia. A mordidas. Sin un peso. En lunes.
Y se llega, mientras todos hablan y miran y tú sabes que quizá no salgas de ahí, ni siquiera para decir adiós.