domingo, 9 de octubre de 2011

A las caiditas.

El viento no advierte su fractura. El ala no advierte la presión que la eleva. La piedra calla porque piensa que no sabe hablar. El domingo es un inmenso armadillo que cruza una autopista de elefantes. Meto la mano al bolsillo y saco otro día, uno cualquiera, donde pueda flotar hacia el pasado, o simplemente quedarme en el futuro. Lo cierto es que este domingo me entalla bien, me comporta, me envasa. La piel no es el final del cuerpo sino el comienzo de lo otro. Eso de allá no es un puente, es la cicatriz del paisaje que cruzas cuando vienes a mí. Esto de aquí solo prolonga la paz de saberme en la misma tierra de las Jacarandas y los Tabachines. 
La vida es un bosque y el viento no advierte su fractura.
Quiere tus alas.
Tus alas caiditas.

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