jueves, 3 de noviembre de 2011

Génesis sobre las ganas.


Todo comienza sin comenzar, sin ser.  No hay camino. La longitud se arrodilla hasta volverse un punto o un nudo casi imperceptible. Tampoco existe el sonido, el proceso se gesta en la voz luminiscente de una descarga eléctrica que ignora ser, caudal y continente de lo otro. Todo comienza siendo aire, porque eso es la idea: una verbena invisible, una suerte de fiesta molecular –lo que teje esa red que para sintetizar llamaremos universo y para detallar se resuelve en todo: la piedra y el meteoro; la hoja y los neutrinos; el ave y la supernova; la piel y la energía oscura.
Luego desciende y se materializa: entra en la caja de los espejos, en esa zona muda que da forma a la idea y ser al ser. Se materializa y no –por eso los espejos, los reflejos, las sospechas, las posibilidades, los rostros, la intención de crear o recrear. Ocurre y no. Es aproximación que recorre el signo y crea el significado, ahí y no en otra parte emerge la palabra, el puente, la risa y lo que comenzó sin comenzar, comienza a ser. Aún no se palpa, solo es disparo de nube o bocanada; es el rayo y el trayecto que deslumbra sin quemar.  Creas y te crean. No eres pero estás, no estás pero sientes, no sientes: transpiras. Después viene el estrechamiento de universos; no se tocan, se admiran. Uno frente a otro, como dos búhos gigantes. Vienen y van –la mansedumbre oculta el filo de sus cuchillos. Están ahí. Dicen más de lo que dicen. Seducen como el mar cuando se aleja. Se lamen la intención, el deseo herido. Se quedan ahí hasta volverse dos piedras hermosas. 

2 comentarios:

Adrián Naranjo dijo...

Ah,petiforro, también vienes en con cara de noviembre. Sincronía otra vez.
Abrazo fuerte.

Anónimo dijo...

Colecciono piedras.¿Te animas?