Sin la voz de vidrio de Thom York esta mañana simplemente no sería. Me asomé en el ojo naranja de la papaya y también fue. Metí el dedo en el café y había un lobo. Revolví las memorias pues deben saber que los sueños no son nuestros dueños.
Mucho menos cuando aparece ella, que no eres tú, ni la otra, ni todas. Es ella y está ahí y allá; se pasea y luego se quita la ropa y luego se la pone y luego se la vuelve a quitar. Mi cerebro es un cúmulo de resortes saltados y tornillos sueltos.
Desnuda sobre mí, eso, eso ¿Cómo llegamos ahí? Uno cierra los ojos para mitigar la perturbante realidad y de pronto amanece con una erección ofensivamente enorme y sin ella, sin ti y sin todas ¿Cómo llegue hasta aquí? Muy fácil, siendo como soy. Sin la voz de Thom York, que se sabe hace esta mañana pero no me hace a mí.
¿Y si me ofrezco como objeto sexual?
O sujeto. Quien sabe.