Le dejo a los enanos la tarea de ordenar este sábado. No importa si durmieron mucho o poco, si sus cuerpos vulgares aún no se han curado de la refriega nocturna. Les dejo este sábado. Este cochinero por donde ahora pasa un frente frío, o un frente podrido; da igual. Se los obsequio porque tengo un calendario llamado diazepam, para llenarle al tigre negro sus rayas naranjas.
Soy justo, muy justo con todos; no distingo verdes de amarillos. Hasta los más insólitos peregrinos que llegan a mi ventana tienen garantizado un balazo en la frente.
¿Viste mi lealtad, mi fidelidad, mi capacidad única de tender tapetes y barrer la acera? Ah, seguro lo ignoraste. Seguro la ignorancia es la razón de tu optimismo. Seguro el optimismo es la razón por la que no eres un Dios verdadero sino una migraña colectiva.
II
Voy por mi fruta. Me he enseñado a picar fruta con maestría. Soy experto en ello. Lo que me falla es calcular cuanta miel debo ponerle. Queda muy dulce, pero ¿no es eso dulce? Es decir, ¿no deseas una vida dulce, después de todo? Sí, caray, pero no tanta miel.