No tienes cuerpo, ni rostro, sólo una voz con palabras y huecos. Nuestro mundo carece de cartografía. Es un agujero espacio-temporal; una plaga invisible que se expande y corva dedos adentro, ojos afuera de la piel de los días. Las letras son el final de la hoguera. Significamos las cenizas en la pira de humo del silencio. Eleva lunas encima del punto. Deja estrellas horadadas en el suspenso de las comillas. Finge un decir que sea sustantivamente callado. Vuelve a ti tal y como yo he quedado en mí. Con las agallas hundidas en la asfixia. Con el pulmón desinflado luego soplar tanto vacío. Con las costillas rotas por Eva. Con Dios untado como bloqueador solar. Como el culto preciso que dos abismos requieren para rezarle a la noche.
La amable explosión esta
-
La lenta, casi imperceptible marcha de todo continúa en sus revoluciones y
sus inescapables giros. No hay manera de saber cómo, pero es ineludible el
he...
Hace 3 años