La noche vuelve de otro modo. De ser otra, a ser nuestra. No es más, aquel espacio donde la inercia tramó intoxicarnos de continuidad. No se parece al viejo puente que solía trasladar a las luciérnagas, hacia una orilla de luz tal, que terminaba por incendiarlas.
Es un imán; una danza quieta de vapores; lo que muta hasta volverse fractal: exacta duplicidad del uno múltiple.
Mientras mis noches sean un lento ovillarme a ti, el día volverá de otro modo. De ser otro, a ser nuestro. No será más, aquel espacio donde la inercia, intoxicada, nos conmueve sin tocarnos. No se parecerá al viejo puente que traslada a las luciérnagas hacia una muerte luminosa y senil.
Será un imán; una danza quieta de vapores; lo que muta hasta volverse fractal: exacta complicidad de los dos en uno.