Arrojé la primera luz -Ryuichi Sakamoto descafeinaba el día. Vino a mi mente un pensamiento: era amarillo como un pergamino, quería fijarse como el sarro a mi cráneo hasta formar una frívola estalactita: la idea.
Vino el Río de la Plata a través de tu cuerpo y me desbordé en ti. Llegó la realidad, el destiempo, las citas perdidas, los horarios cruzados.
Me serví otro café y me senté a esperar. Los amaneceres no duran ocho soles. Despertar es una cosa que te lleva todo el día.
Encendí un cigarro. En mi rostro aún está tendida una sonrisa. Esa, la de tu soga apretándome sin asfixiar.
La amable explosión esta
-
La lenta, casi imperceptible marcha de todo continúa en sus revoluciones y
sus inescapables giros. No hay manera de saber cómo, pero es ineludible el
he...
Hace 3 años
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