La vida está hablando. Dijo algo así como “da la vuelta”. La carretera era libre y recta como un monje. La mañana presentaba un cielo más seco que una piedra. Un sol más gordo que de costumbre se regodeaba en su lonja de fuego. Allá iban los vivientes. Una ráfaga de existencias compactadas en un bólido sin rumbo, dispuestas a viajar. Nadie miraba a los lados. Los letreros como vacas flácidas desaparecían sin que un ojo perpetuara el crimen de mirarlos. “Así se va todo”. O quizá no. “Así llega todo”. O quizá no.
La cosa es que la vida estaba hablando y al parecer nadie la escuchaba, o realmente no decía nada. No pude saberlo.
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